Monstruoso (2008)

Hay dos motivos fundamentales que me impulsaron a ver “Monstruoso”, este filme de 2008 dirigido por Matt Reeves. La primera estaba en la producción y tiene nombre propio: J.J. Abrams. La segunda fue el propio formato de la película, rodada en primera persona casi a modo de diario, siguiendo la tendencia de exitosas cintas como “REC” o, con un enfoque algo distinto, “Paranormal Activity”.

Esta es la historia de un grupo de jóvenes que se reúnen una noche para celebrar una fiesta sorpresa. El motivo es que Rob, uno de los miembros del grupo, partirá hacia Japón por motivos laborales. La fiesta, sin embargo, no tardará en arruinarse cuando un ser monstruoso aparece en la ciudad, provocando la más absoluta devastación. Mientras todo el mundo intenta huir, Rob toma la decisión de ir a salvar a Beth, la joven de la que está enamorado. Los demás, incapaces de hacerle recapacitar, decidirán acompañarle y hacernos partícipes, cámara en mano, de su aventura.

Comencemos por el principio, y diré que la película no empieza nada mal. La fiesta celebrada al principio sirve como recurso perfecto para presentarnos a los protagonistas de esta historia, de una forma somera y espontanea. Es una de esas historias en las que, supuestamente, la acción prima y ni el espectador necesita explorar en profundidad a los protagonistas, ni el guión se entretiene en desarrollarlos. Los veinte o treinta primeros minutos son el aperitivo que todos imaginamos para asentar la historia. Un aperitivo que no es más que eso, y al final lo que todos esperamos es que la acción estalle, que llegue el ritmo. Que, en definitiva, suceda algo. Al final, resulta que el aperitivo, sin llegar a ser especialmente sabroso, es mejor que el plato principal.

Lo que me gusta de estas películas que nos sitúan directamente tras los ojos del protagonista es que es muy sencillo adentrarse en ellas. Es como si fuésemos realmente él, como si los que estuviésemos corriendo fuésemos nosotros mismos. Es fácil sobrecogerse en momentos de tensión, y casi inevitable relajarse cuando la acción parece querer darnos un respiro. Con “Monstruoso”, sin embargo, nunca he conseguido llegar a participar de la historia. No hay un ritmo que nos arrastre, no hay sobresaltos como los que los infectados nos daban en “REC” tras cada esquina. No hay lugar a la sorpresa, la acción es totalmente lineal, incompatible con una situación límite como la que busca plasmarse. Y, para más inri, totalmente predecible.

La ambientación, que busca ser rayana en lo apocalíptico, queda totalmente diluida entre esta uniformidad de la historia y unos efectos especiales que, por algún motivo, se antojan también fuera de lugar. Hay una película, precisamente en este mismo formato de grabación, que me hizo darme cuenta por primera vez de que una película casi sin argumento, con poca acción, y además un ritmo rematadamente lento, como podría ser ésta misma, puede dar miedo. O sugestionar. O por lo menos transmitir algo, revolvernos, agitarnos. Pero claro, “El Proyecto de la Bruja de Blair” tenía algo: una ambientación muy especial, irrepetible diría yo. ¿Qué fan del terror no se ha sobrecogido entre esos frondosos, silenciosos, y recónditos bosques? Pues bien,  “Monstruoso” ni siquiera acierta, para mí, en este aspecto.

Como siempre intento buscar la luz, el lado positivo en las reseñas, me quedaría con esos primeros minutos que constituyen unos cimientos adecuados, casi prometedores, para una historia. Aunque después la torre se vaya torciendo, irremediablemente, a medida que asciende. ¿He dicho que nada me había dado miedo en “Monstruoso”? Bueno, no es del todo cierto, he conseguido encontrar algo terrorífico: su recaudación, estimada en más de ciento cincuenta millones de dólares y favorecida por una gran campaña de marketing viral que precedió a su estreno. ¿No es para temblar?