Trasteando por el Desván, me he encontrado con un polvoriento
libraco de esos que no ojeaba desde hacía tiempo. Mucho tiempo, en realidad.
Hoy os propongo un viaje al pasado. No a un momento común para todos, no a una
fecha concreta. Os invito a volver a ser un poco niños, aunque sea por unos
momentos.
Porque de una u otra manera, todos hemos leído en nuestra infancia
alguno de los cuentos de los hermanos Grimm. Unas historias transmitidas hasta
entonces de generación en generación, y que ellos compilaron y publicaron a
principios del S. XIX. Cuentos como “Hansel y Gretel”, “Blancanieves y los
siete enanitos”, “Caperucita” o “La Cenicienta” que llenaron de color nuestra
infancia.
Pero yo quiero pasar un poco de puntillas por estas
historias más populares y archiconocidas por todos, porque el universo de los
hermanos Grimm es mucho más.
Es, por ejemplo, un mundo en el que los animales tienen
mucho que decir. En “La Reina de las abejas”, un ejército de patos, hormigas y
abejas ayudará a un joven muchacho a desencantar un castillo, mostrándonos la
importancia de cuidarlos y respetarlos. También conoceremos a un barbo muy
particular, capaz de cumplir todos nuestros deseos, que en “El pescador y su
mujer” nos advertirá del peligro de una excesiva ambición. Y presenciaremos una
carrera muy particular, entre “La liebre y el erizo”, del que este último
siempre resulta vencedor gracias a su ingenio y a su mujer.
Sobra decir que, en estas historias, la avaricia suele
romper el saco. Lo vemos personificado en el labrador de “La sepultura”, y en “Los
regalos de los gnomos”, historias en las que la solidaridad tiene premio. La
riqueza es un tema recurrente: “La manirrota” nos invita a no derrochar
recursos, y en “Los tres herederos afortunados” comprendemos que la riqueza
puede venir de las más pequeñas cosas. No puedo resistirme a hacerle un hueco a
mi favorito: “El pobre y el rico” un relato brevísimo que nos narra, con
descaro e ironía, la llegada de dos hombres al cielo, con un recibimiento bien
distinto.
Y, por supuesto, también abundan esas historias de príncipes
y princesas. Clásicos como “Rapunzel”, que nos presenta a esa muchacha encerrada
en una torre, que atrae con su canto al amado para que trepe por sus cabellos. Si
deambulamos entre los bosques, nos encontraremos sin duda con “Los doce
cazadores” y con “La andina del estanque”, que nos brindarán dos de esas
historias en las que el amor permanece intacto, imperturbable pese a los
obstáculos. Como un motor indestructible.
Son relatos llenos de ternura, con un fuerte componente de
religiosidad. Historias que condenan el egoísmo y nos proponen la humildad como
base del éxito. Con el tiempo, todos nos hemos dado cuenta de que el mundo no
es tan de color de rosa. De que hay muy pocos príncipes, y escasean las princesas.
No hay peces mágicos que cumplan todos nuestros deseos, y quienes roban y
promulgan el egoísmo siguen tan campantes, con sus dedos y sus ojos intactos.
El mundo no es como nos lo pintaron los hermanos Grimm. Pero
nunca es tarde para releer sus cuentos. Siempre tienen una segunda lectura.
Siempre hay algo que, en nuestra inocencia infantil, no pudimos percibir.
Os invito a hacer la prueba: alejarnos por momentos de esta
realidad y viajar hasta mundos que, estoy seguro, no habéis olvidado del todo.
A la vuelta, seguro que tenéis algo de ese brillo infantil, tan especial, en
los ojos.
Una entrada maravillosa. Curiosamente, ayer me he tropezado con una bolsa llena de borlindes en el libro que tengo entre manos, y te aseguro que vibré de alegría. Había perdido ese pequeño recuerdo de mi infancia. Un abrazo.
ResponderEliminarLos recuerdos, los buenos, es lo que tienen. Aparecen inesperadamente y siempre nos consiguen robar una sonrisa, pase el tiempo que pase. Nunca los olvidamos.
EliminarMe alegra que te haya gustado la entrada :) ¡Un abrazo!
Tu desván está lleno de sorpresas!Qué recuerdos, qué bonita entrada. Es verdad que ahora, con la mirada un poco más adulta descubres nuevos matices que no veías de pequeño. No hay príncipes, ni princesas pero casi que mejor así. Me quedo lamentablemente con que quienes roban y promulgan el egoísmo siguen tan campantes.. lástima. Besillos
ResponderEliminarPues sí, Marilú. Cuando me asomo un poco a la realidad a veces me gustaría vivir en uno de estos cuentos, para qué engañarnos. Parece un mundo muchísimo más fascinante que el que tenemos.
EliminarUn besito
Maravilloso desván el tuyo. Releo los cuentos clásicos constantemente. Volver a ellos es volver a la infancia y, como bien dices, alejarse de la realidad. Los cuentos de los hermanos Grimm, los conocidos y los menos conocidos, son fabulosos.
ResponderEliminarUn beso
Maravilloso desván y maravillosos visitantes, que siempre tenéis buenas palabras :)
EliminarReconozco que, cuando la realidad me supera, me angustia o me cabrea, también me siento en el sofá y me pierdo entre estos mundos. Por pura nostalgia, y por evadirme un rato.
Un besín
Me gusta leer cuentos y ahora los he releído de forma seleccionada al ver la serie esa que han puesto en cuatro.
ResponderEliminarNo son mis favoritos (soy más del truculento Andersen) pero... me gusta releer cuentos. Encontraste un tesoro.
Besos
Andersen también me encanta, otra visión distinta y más oscura de estas historias. Pero eso es otra entrada, claro! ;)
EliminarBesos
Me encantan los cuentos de los hermanos Grimm, en la estantería también tengo algún volumen recopilatorio
ResponderEliminarbesos
Y nunca es tarde para una relectura, Tatty. Son historias que nunca envejecen.
EliminarBesines
Me gustan mucho. Tengo en casa creo que dos volúmenes. Y me has traído un montón de recuerdos. Qué ganas me han entrado de releerlos!
ResponderEliminarPor cierto, preciosa la entrada.
Un beso!
Muchas gracias, Lesincele. Yo también me los releo de vez en cuando y claro, los recuerdos vienen prácticamente solos.
EliminarUn besazo
Me encanta esta entrada... ¿que seria la literatura actual sin estos clasicos?
ResponderEliminarAl menos los cuentos mas conocidos de los Hermanos Grimm nos suenan a todos... yo reconozco que muchos de ellos los he conocido y leido ya de mayor!
Por cieto... entre los primeros libros que recuerdo de mi infancia estaban Hansel y Gretel, Mujercitas, y una recopilacion de los cuentos de Andersen
Eliminar"Mujercitas" a mi también me pilló muy jóven, Talamasca, tengo vagos recuerdos. Estos cuentos, sin embargo, permanecen en mi memoria. Sólo hace falta comenzar a leer para comenzar a viajar y a recordar :)
EliminarBesos
Tienes razón, quizás cuentos que leímos de pequeños o versiones de esos cuentos si los leyeramos ahora sacaríamos más "jugo" y serían dissfrutados de otra forma distinta :P
ResponderEliminarCon una visión más "madura" apreciamos cosas que de críos ni siquiera nos imaginábamos, sí.
ResponderEliminarUn besote y gracias, Hikari!