"El hobbit" (J.R.R. Tolkien)

Nos adentramos hoy en una novela de esas que ha resurgido, y está casi en boca de todos. La exitosa película de Peter Jackson, la primera de la trilogía en que ha dividido “El hobbit”, tiene toda la culpa. El caso es que esta novela corta se ha catapultado a las listas de más vendidos. A buen seguro, muchos fans de la literatura fantástica la habrán encontrado bajo sus respectivos árboles de Navidad. Hoy, nos adentramos en el Desván en el universo Tolkien. Un mundo que es mucho más amplio que el archiconocido “Señor de los Anillos”.

En “El hobbit”, se nos narran las aventuras de Bilbo Bolsón, un hobbit que vive apaciblemente en la comodidad de Bolsón Cerrado, en la Comarca. Un día, recibe la visita del mago Gandalf, quien le propone un viaje al que Bilbo es bastante reacio de entrada. Sin embargo, con la visita del enano Thorin y su grupo de doce enanos, Bilbo se verá envuelto casi sin quererlo en la aventura. Una aventura que consistirá nada menos que en derrotar a Smaug, un dragón que custodia el tesoro de los enanos, y ocupa el que antaño fue su reino. 

Bilbo, indiscutible protagonista, aparece como un personaje inseguro en los primeros compases de su viaje. Su debilidad le genera una suerte de morriña hacia su tranquila vida en Bolsón Cerrado. No podrá desprenderse de ella en todo el viaje. No obstante, compensará todo ese temor y debilidad física con su perspicacia, su agilidad, y su buena suerte. Le acompañará un Gandalf algo distinto al que luego aparecerá en “El Señor de los Anillos”. Poderoso y decisivo, pero algo más vivo y humano en ocasiones, o al menos no tan frío e implacable.

La novela fue publicada en 1937, casi dos décadas antes de que llegase la obra que le daría a Tolkien fama universal. Y surgió como un cuento infantil: una historia con la que el británico pretendía únicamente entretener a sus hijos pequeños. Se nota en la estructura, diecinueve capítulos no demasiado extensos, y se nota incluso en su estilo. Tolkien es aquí mucho más directo, con continuos guiños y reclamos hacia la atención del lector. Permitiéndose incluso continuos destellos de humor. Tras la publicación y éxito de “El Señor de los Anillos”, “El hobbit” fue revisada para que su estilo no desentonase en exceso con respecto a su continuación. Aún así, aunque algo disfrazados, esos tintes más infantiles son perfectamente discernibles.

Una historia mucho menos compleja que la que, a casi todos, nos hizo conocer a Tolkien. Pero con el mismo sello indeleble. Su inigualable inventiva y su inmenso poder descriptivo están patentes, y nos hacen ser un miembro más de la comitiva.  Imaginarnos entre enanos, trasgos, elfos y hobbits casi es inevitable. Recorriendo inmensos valles, adustas montañas y profundos bosques, tan tenebrosos como mágicos.

Y hablando de magos, los Reyes no me han hecho caso y Papá Noel me hace siempre la cobra año tras año. No lo entiendo, porque sólo pedimos una cosa, ¿verdad, precioso? El anillo, sí. El Anillo del bolsón. Mí… tesooooooro.

Menos mal que mi cumpleaños está a la vuelta de la esquina…