"La Torre Prohibida" (David Zurdo y Ángel Gutiérrez)

Hoy llega al Desván una de esas novelas a cuatro manos. Una trama tejida por dos autores, en este caso David Zurdo y Ángel Gutiérrez. Hablamos de “La Torre Prohibida”, una novela que logró alzarse con el Premio Minotauro 2012 y que me sirve para rematar la iniciativa “Libro del Año”, que nos proponían Talamasca y Marina S en sus blogs.

Sumergirse en estas páginas es conocer a Jack, un hombre que ha perdido prácticamente la totalidad de sus recuerdos. Es recluido en una clínica psiquiátrica, junto con otros pacientes. Jack tiene una horrible pesadilla muy recurrente, y a medida que se relaciona con el resto de internos, descubrimos que, en realidad, todos ellos sufren una oscura pesadilla que se repite con frecuencia. Sólo es la primera de las extrañas circunstancias que Jack comienza a observar en la clínica. ¿Qué se cuece en un lugar tan apartado, al que ni siquiera los familiares de los internos parecen tener permitido el acceso?

La estructura de esta novela es bastante particular. Articulada en capítulos breves, intercala el presente de Jack en la clínica con un pasado anterior a su ingreso. En este pasado se nos presenta a un Jack que vive una vida aparentemente normal, junto a su mujer Amy y su hijo Dennis. No obstante, pronto vemos cómo lo que parece la sólida rutina de un padre de familia comienza a mostrar fisuras. Fisuras en forma de esporádicas pérdidas de memoria, que ya comienzan a sugerirnos que algo no marcha bien en la mente de Jack. Hay causas, pero ese es un puzle que el lector ha de construir por sí mismo. Desvelar más sería arruinaros la lectura.

Aquí, David Zurdo y Ángel Gutiérrez sustentan su novela en un elemento que siempre me encanta encontrarme en toda historia que se precie: sorpresas, giros argumentales. Unos más inesperados y otros más predecibles, pero vuelcos a la historia al fin y al cabo. En “La Torre Prohibida”, la inestabilidad psicológica de los personajes esbozados sirve a los autores como arma para sorprender al lector.

Una trama llena de intriga y misterio que, a medida que se desarrolla, va lindando con el terror, coqueteando con él hasta invadirlo en escenas concretas. Destellos muy bien ubicados en la trama y que la hacen sólida y convincente, porque sólo terrores como los que aquí se nos plantean pueden dar sentido a la historia de Jack y compañía.

Terrores más bien reales y materiales que van evolucionando hasta tornarse, ya hacia el tramo final, en algo más acorde con lo fantástico y lo sobrenatural. Y aquí es donde me topé esta vez con el punto quizás más débil de la novela. Es sencillísimo engancharse a “La torre prohibida” porque se sustenta en una prosa pulcra y ágil que nos dibuja una trama de la que es difícil despegarse como lector. Pero en este caso, el final me ha dejado esa impresión de romper un poco con la tendencia del resto de la historia. Tiene su vuelta, su sorpresa, pero quizás cae demasiado en lo fantástico tras lo que, hasta entonces, me iba transmitiendo la historia. Pero esto de los finales, siempre lo digo, es algo tremendamente subjetivo.

Pese a ello, es una historia que me atrevo a recomendar. Especialmente si sois de los que disfrutamos con estas historias plagadas de vuelcos, donde casi nada resulta ser lo que parece en un principio.