Mientras duermes (2011)

Nunca llegará a competir en taquilla o recaudación con las producciones americanas, ni siquiera en nuestro propio país. Y sin embargo, si dentro del cine español existe un género con identidad propia, probablemente sea el terror. Salvo excepciones muy concretas, no goza de repartos espectaculares, ni inversiones desorbitadas. Pero siempre que me he encontrado frente a estos filmes me ha asaltado la misma sensación: tienen un no sé qué. Transmiten algo que, me gusta pensar, se ha diluido entre los millones de la industria de Hollywood. 

Desde hace varios años, en cualquier pequeña incursión en este género es muy posible que nos encontremos con un nombre: Jaume Balagueró. La película que hoy quiero compartir con vosotros es una de sus más recientes contribuciones al género: “Mientras duermes”, estrenada a finales del pasado 2011.

César (Luis Tosar), es conserje en un pequeño vecindario, uno de esos edificios con marcado aire de antaño, pero con cierto encanto. Es afable, educado, y atento con los vecinos. Pero tiene una faceta oculta. Terriblemente infeliz, ha descubierto que lo único que da cierto sentido a su vida es hacer daño a los demás. Su último objetivo es Clara (Marta Etura), una joven espontánea, vivaz y siempre sonriente que acaba de llegar al vecindario, y que se convertirá en una auténtica obsesión.

Seguro que a todos nos ha ocurrido eso de ver una película que parece, como suele decirse, hecha para los actores que la protagonizan. Es el caso. “Mientras duermes” es como un calcetín confeccionado con calma, delicadeza y cariño, y que resulta amoldarse a la perfección al pie de Luis Tosar. El lucense está magnífico y asume el protagonismo desde la primera escena, consiguiendo reflejar a la perfección el contraste de un personaje complejo, con dos facetas definitivamente opuestas.

Sin un argumento magistral, la historia es de esas que nos enganchan poco a poco, casi sin que nos demos cuenta. No sólo va de menos a más, sino que además resulta una trama bastante homogénea, sin altibajos, sin momentos anodinos y otros que te hacen pegarte a la pantalla. Balagueró logra la regularidad y el equilibrio de una trama bien tejida.

Pese a la dudosa ética de su comportamiento, es difícil no ponernos en algún momento en la piel de César, en alguna de esas escenas en las que teme ser descubierto.  Sabemos que lo que hace es egoísta y totalmente aberrante. Pero es como si, de un modo inconsciente, adoptásemos la visión de un creador de personajes: sabemos que sin César, sin sus calculados movimientos, no habría historia. 

Una buena película que aporta un enfoque diferente. Lo habitual es que el protagonista sea el bueno, el sufridor. Aquí tenemos la otra visión: una aproximación a la otra figura, la antagónica. Tosar encarna, como nadie, a uno de esos malos perversos y precavidos con doble cara. De esos que podrían engañarnos a todos.