"La puerta de los tres cerrojos" (Sonia Fernández Vidal)

La física cuántica, y ya es raro, ha estado en boga durante estos últimos días. Todos hemos visto cómo el escurridizo Bosón de Higgs se ha colado en las portadas de los principales diarios, desplazando a un segundo plano a esa prima tan pesada y tan desagradable que todos tenemos en común. Aunque fuera por unas horas, se habló de algo, en general, bastante desconocido. Y más para los que somos de letras y cambiamos en cuanto pudimos las ecuaciones por los casos y las declinaciones. Y, sin embargo, la casualidad quiso que esos días yo estuviese leyendo precisamente el libro que hoy comparto con vosotros.

Conocí a Sonia Fernández Vidal en un debate televisivo. Participó en un programa del que soy asiduo espectador y consiguió con su breve intervención algo casi imposible: despertar mi interés en un tema que hasta entonces me había resultado siempre insufrible. Su naturalidad y la simplicidad en sus explicaciones me cautivaron. Cuando supe de la publicación de este libro, comprendí que tarde o temprano tenía que llegar a mis manos. 

“La puerta de los tres cerrojos” es la historia de Niko, un niño que un buen día recibe un enigmático mensaje que le incita a romper la monotonía de su vida. Para ello recibe un fácil consejo: tiene que modificar su rutina, hacer cosas distintas. Niko se lo toma al pie de la letra y comienza escogiendo una ruta diferente para llegar hasta el instituto. Durante el trayecto, se topará con una antigua casa, deshabitada en apariencia. Sin poder resistirse al misterioso encanto del caserón, Niko decide explorarlo en un aventurero impulso.

Y lo que Sonia Fernández Vidal nos sitúa dentro de ese caserón es, nada menos, que otro universo, el universo cuántico. Con reglas diferentes, a las que Niko deberá ir adaptándose en su aventura, e inigualables compañeros de travesía. Casi sin darnos cuenta, nos vemos absorbidos por un mundo lleno de quarks, electrones y protones. Nos movemos entre teleportaciones, superposiciones cuánticas y espectros negros. Son sólo algunos de los términos, casi ignotos, que Sonia Fernández Vidal nos proyecta hacia nuestro día a día, convirtiéndolos en algo comprensible.

Su estilo narrativo es perfectamente resumible en sólo un palabra: divulgativo. Sobrio, directo, sin ornamentos ni excesivas licencias estéticas en las descripciones. Más que una novela, es un ameno híbrido a caballo entre la novela y el ensayo. Olvidaros de historias complejas y giros argumentales. La historia es muy lineal, corta, simple. Pero es que ahí radica, precisamente, el éxito: en trasladar la base del complejísimo modelo cuántico a una historia pensada, estoy convencido, sobre todo para los más pequeños. Porque, aunque cualquiera disfrutará de “La puerta de los tres cerrojos”, la historia de Niko está impregnada por esa pátina que siempre me cuesta tanto definir y que envuelve a los cuentos y fábulas más infantiles.

Una historia entretenida, en definitiva, pero sobre todo una historia que es sólo una excusa para aprender. Y aprender disfrutando, porque Sonia Fernández Vidal es como esos profesores que no simplemente enseñan: contagian su entusiasmo y despiertan un interés verdadero por los temas que dominan.