El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace (2012)

Tras “Batman Begins” y “El Caballero Oscuro”, Christopher Nolan remata su trilogía cinematográfica con “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace”. Un filme que nos sitúa en una Gotham ocho años posterior a la historia que se nos planteaba en el filme anterior. Una ciudad en paz, en la que el crimen ha sido prácticamente erradicado, por lo que tanto Batman como el multimillonario Bruce Wayne han desaparecido de la escena pública. Sin embargo, la amenaza resurgirá, personificada en Bane, uno de los enemigos por excelencia de Batman.

Nunca he llegado a ser especialmente fan de este caballero de la noche, pero tengo que reconocer que “El Caballero Oscuro” me reconcilió inesperadamente con su figura. Lo tenía todo: acción, notables interpretaciones, e incluso aquello de lo que siempre había adolecido, para mí, este personaje en sus historias: un buen argumento.

Que Nolan tenía ante sí un durísimo trabajo para poner la guinda adecuada a la trilogía no era ningún secreto. Y en “La Leyenda Renace” intenta mostrarse muy continuista, prolongando argumento y proyectando personajes ya conocidos hacia esta nueva trama. Apenas hay que añadir al malvado Bane (Tom Hardy), a la arrebatadora Catwoman (Anne Hathaway), la misteriosa Miranda (Marion Cotillard) y el detective Blake (Joseph Gordon-Levitt).

La película tiene muchas virtudes, la mayoría heredadas de sus predecesoras: acción y efectos especiales por doquier, un notable reparto, y un buen argumento que se permite incluso intentar buscar el guiño y la sorpresa hacia su último hálito. Y digo intentar porque, al menos en mi caso, no lo ha conseguido. El filme, trabajado sin duda, parece una enorme antesala a algo que no creo haber conseguido atisbar. Es un sabroso entrante que anticipa un plato principal delicioso, pero que nunca llega a nuestro paladar. Le falta algo.

Además, la historia tiene dos decisivos lastres: un ritmo más bien torpe y su duración. El problema no es tanto que Nolan nos haga permanecer casi tres horas sentados en la butaca, sino que es completamente innecesario. Como se suele decir, a la película le sobra una hora, tirando por lo bajo. Soy el primero a quien no le importa pasarse tres y cuatro horas frente a la pantalla cuando lo que veo aporta algo a la historia. Pero es que en este caso, nos encontramos con larguísimas escenas de acción que terminan resultando repetitivas y, sobre todo, con eternos diálogos que tienden, muchas veces, al vacuo monólogo. El atrezo, la “paja” en las novelas, eso que coloquialmente llamamos el relleno, nos lo encontramos casi en cualquier historia. Pero las grandes dosis son peligrosas, y más en la gran pantalla, eternamente condenada a obviar, resumir y sintetizar, sin dejar de transmitir.

No voy a mentir y decir que esta es una mala película. Nolan concluye su trilogía con una buena película, entretenida y pensada para satisfacer a los numerosos fans. Pero se queda en eso: una buena cinta que está muy lejos de esa excelencia que casi rozaba “El Caballero Oscuro”. Una guinda, en definitiva, algo agridulce para tan exquisito pastel.