Django desencadenado (2012)

Hay temas especialmente sensibles, delicados, y complicados de encajar en ciertas historias. La esclavitud en la película que hoy proyectamos en el Desván bien podría haber sido uno de ellos. Especialmente si no se opta por la visión estrictamente histórica, sino que el filme pretende ofrecer algo distinto, dar un paso más allá. Y teniendo a alguien como Quentin Tarantino en la dirección, casi puede presuponerse que no va a limitarse a lo típico.

Esta “Django desencadenado” no es una película para quienes busquen únicamente ese retrato histórico. Es cierto que existe y se mantiene presente durante toda la historia, pero está destinado a la discreción y a un trasfondo más bien vago. La visión desde la que Tarantino lo aborda aquí es la que predomina, y no deja de ser arriesgada. Con una muy generosa dosis de humor, parodia y pinceladas de ironía.

La de Django es, además, una historia de venganza. Django, ese esclavo que tendrá la oportunidad de dejar de serlo. Todo gracias a King Schultz, un cazarecompensas alemán que requiere de su ayuda y le brindará a cambio la libertad. Una libertad que Django destinará a recuperar lo perdido, a intentar encontrar a su esposa, también esclava.

Todo ello enmarcado en el contexto inmediatamente anterior a la Guerra de Secesión norteamericana. Los tintes a western son constantes y construyen una ambientación visiblemente cuidada y bastante notable. Hasta el punto de convertirse en uno de esos puntos característicos dentro del propio filme.

“Django desencadenado” goza además de un reparto muy a tener en cuenta. Quizá no tanto en el caso de Jamie Foxx, un tanto a medio camino en esa figura protagonista de Django. Pero Christoph Waltz está estupendo en ese papel de cazarecompensas, mordaz y punzante, carismático desde los primeros compases. Sin dejar atrás a un excelente Leonardo DiCaprio, que consigue destacar aunque su personaje sea más secundario y surja casi en el tramo final de la cinta.

Una película con un inevitable deje dramático constante, pero rebajado por todo el campo que cede al humor y a la acción. Precisamente en ella tenemos esa impronta tan de Tarantino, en esa acción y esos encarecidos tiroteos, recargados y exagerados. Pero que curiosamente no le sientan nada mal a esta película considerando los tintes que va tomando.

Teniendo siempre al de Knoxville como uno de esos directores algo irregulares, con altibajos y que no siempre me convencen, he de reconocer que esta vez me ha gustado. Consigue un filme que sin ser trepidante es realmente ameno y atrapa al espectador durante algo más de dos horas.