Doctor Sueño (Stephen King)

Han pasado más de tres décadas desde que nos acercamos al hotel Overlook. Acompañábamos a Jack Torrance, su esposa Wendy y su hijo Danny, atraídos por un empleo necesario.  Sin sospechar por un momento lo que iban a encontrarse, lo que iban a vivir entre las estancias del hotel. Han tenido que pasar más de tres décadas para que Stephen King nos regalase, con “Doctor Sueño”, una continuación a aquella trama. Quizá de las más intensas, de las más próximas al terror, que nos ha dejado el de Maine.

Esta “Doctor Sueño” es efectivamente una continuación, retoma la historia prácticamente en el mismo instante en que la dejó "El Resplandor”. Pero más allá, sería importante apuntar que son novelas muy distintas. Casi independientes, si no fuera por un buen puñado de referencias que King nos deja a detalles, personajes y escenas de la historia anterior.

Danny Torrance, aquel clarividente niño que percibía lo que nadie más entre los pasillos del Overlook, asume aquí el protagonismo. Los primeros compases de la historia aún nos trasladan hacia su infancia, aclarando un par de flecos de la trama anterior. Pero, esencialmente, nos encontraremos con un Danny ya adulto que mantiene su habilidad, su particular “resplandor”. Y no sólo eso, sino que continúa marcado por la historia del Overlook. Un pasado del que parece incapaz de desprenderse, y que tan solo consigue ahogar en alcohol.

Retomaremos a Danny en una especie de existencia itinerante entre miseria, entre errores. Entre reuniones de Alcohólicos Anónimos y la oportunidad de una nueva vida. Y en esa vida irrumpirá Abra Stone, una cría muy singular que comparte las habilidades de Danny, un “resplandor” aún más potente. También irrumpirá una amenaza: la del llamado Nudo Verdadero, una suerte de secta que se alimenta de individuos que poseen precisamente ese “resplandor”.

Como comentaba, estamos ante historias bien distintas. Frente al agudo terror psicológico por el que apostaba “El Resplandor”, aquí nos encontraremos con un argumento más dinámico en el que priman cada vez más los hechos y la acción. Capítulos breves y ritmo bastante ágil, no sin algún altibajo, y con el terror relegado a alguna escena aislada. Hay píldoras de acción, largos viajes entre carreteras comarcales, y también campo para ese King más personal e intimista.

Una narración equilibrada, y pocos pero variopintos y logrados personajes. Un regalo para quienes disfrutamos con “El Resplandor” y hemos podido reencontrarnos con Dan Torrance en una historia algo distinta, con otras virtudes y otros tintes. Más en la línea del King de los últimos tiempos, pero muy recomendable.