El juego de Ender (2013)

“El juego de Ender”, un filme de Gavin Hood. Su lanzamiento casi coincidió con el momento en que yo disfrutaba de la novela de Orson Scott Card. Y se convirtió sin remedio en una de las películas que aguardé pero al final no tuve ocasión de ver en la gran pantalla.   

Especialmente en este caso, lo justo para intentar disfrutarla sería comenzar separándola de la novela. Desligando en parte libro y película. Porque diría que lo que Gavin Hood nos ha dejado es una adaptación parcial de la novela. Correcta en la parte más visual y espectacular, que al final es lo más efectivo al hacer cine. Pero los que hayáis leído la novela de Scott Card encontraréis que faltan muchas cosas. Y ojo, no es un demérito de Hood. Es que “El juego de Ender” es demasiado compleja para sustentarla en algo simplemente visual. Tiene un contexto muy concreto que apenas se esboza en el filme. Tiene una carga de moralidad, casi rayana en lo filosófico, que apenas atisbamos en un par de detalles. Tiene incluso una trama completa, esa casi propagandística protagonizada por Valentine y Peter, de la que no tenemos ni rastro.

Es la historia de Ender Wiggins, un Asa Butterfield bastante esmerado. Poco más que un crío que se convertirá en la única esperanza para la humanidad. En un mundo bajo la constante amenaza de los insectores, una raza extraterrestre, Ender tendrá que someterse al entrenamiento más severo y extremo. Aislado, lejos de sus seres queridos, y en una atmósfera de constantes pruebas y desafíos, le veremos evolucionar prematuramente bajo la supervisión del Coronel Graff, encarnado por un autoritario Harrison Ford. Lejos de sus mejores papeles, pero siempre solvente, sin fisuras.

Como decía, tenemos una línea argumental bastante abreviada y sintética, con alguna libertad no demasiado necesaria por parte de Hood hacia el tramo final. Pero si algo ha sabido mantener el sudafricano es el perfil de los personajes y sus interacciones. Lo que vemos del Coronel Graff y Ender sí va más en la línea de la pauta que marcaba Scott Card, y sucede lo mismo con los hermanos de Ender: La película preserva la envidia y la violencia personificada en Peter (Jimmy Jax Pinchak) y el contraste con la bondad de Valentine (una dulcificada Abigail Breslin) También en el caso de otros secundarios como Hailee Steinfeld, una Petra convertida en uno de los mayores apoyos de Ender entre entrenamientos y simuladores.

En definitva, es una buena película cuya fuerza recae en la faceta más estética y puramente visual. Gustará seguramente más a quienes no hayan leído a Scott Card que a quienes lo hemos hecho, supongo que las comparaciones son inevitables. Pero quizá sea el único modo de encajar una historia así en la gran pantalla: simplificándola y dejándose cosas en el camino.

Como siempre, pero en este caso muy en particular, no os quedéis solo con la versión cinematográfica. Hay que leer a Orson Scott Card para descubrir todo lo que Ender da de sí.