The Loved Ones (2009)

Voy a pediros hoy que nos transportemos a una situación que conocemos perfectamente. Porque los yanquis para extender sus tradiciones e inundarnos con sus costumbres son únicos, hay que reconocérselo. ¿Y qué no podría faltar en cualquier película americana que se precie cuando los protas son jovenzuelos? Que levante la zarpa quien recuerde alguna en la que no aparezca, en algún momento, un baile de fin de curso. 

Pues bien, nos situamos ante la inminencia de ese baile. Momento en que los más rezagados y tímidos se arman de valor para pedirle a esa chica que ocupa secretamente sus pensamientos que les acompañe al baile. Claro que estamos en pleno siglo XXI, y la cosa puede ser al revés, como es el caso. Así que tenemos a Lola que, con un nerviosismo más que aparente, le pide a Brent, chico guapete de turno, que sea su pareja en tan distinguido evento (y en lo sucesivo, ya aprovechando la coyuntura, digo yo) ¿Problema? Que Brent tiene novia, la guapérrima Holly, y por lo tanto ya tiene pareja para el baile. Oooooh…

Bien, llegados a este punto, el cine nos ha enseñado que existen, a grandes rasgos, dos caminos a través de los que el filme puede encauzarse. A saber:

- Opción A o #superchachi: Lola, que aparentemente es bastante poquita cosa, se queda destrozada pero resulta que sufre una transformación digna de un pokémon y se convierte en una chica deslumbrante que consigue conquistar a Brent. Si puede ser la misma noche del baile y con coronas de Rey y Reina de la Fiesta de por medio, muchísimo mejor. 

- Opción B o #notenecesitopaná: Lola cae en depresión pero, asesorada y apoyada por su familia y sus amigos, consigue superar la decepción. Y, lo que es más importante, consigue aceptarse a sí misma y convencerse de que la belleza y lo más valioso e importante está en el interior de las personas. Es justo entonces cuando aparece Peter, que está aún más buenorro (interiormente) que Brent y se queda mágicamente prendado de Lola. Por supuesto, Lola también consigue llegar a ser la Reina de la Fiesta.

Pues bien, “The loved Ones”, este filme australiano y algo bizarro, nos da una opción C: Lola es una psicópata en potencia que, celosa y despechada ante la negativa del joven, decide vengarse de Brent. Para ello, y con la inestimable colaboración de su desequilibrado padre, Lola secuestrará a Brent y le someterá a las torturas más retorcidas e inimaginables.

Evidentemente, es fácil intuir que no estamos ante una gran película. Pero, como digo a veces, es de esas que contentarán a quienes tengan más o menos claro lo que pueden encontrarse.  Se nota bien trabajada en el plano visual y se sustenta en dos interpretaciones, a mi juicio, más que convincentes: la de Robin McLeavy, una desconocida para mí hasta este filme, que encarna a Lola, por un lado. Y la de John Brumpton, que está genial interpretando a su padre en un rol quizás no tan relevante pero indispensable en la trama.

“The Loved Ones” combina varios elementos en un cóctel que a mí me ha sorprendido gratamente. Los tintes de parodia que parecen articular todo el filme y alguna escena que vira hacia el humor no disienten demasiado con respecto al resto. Tiene una innegable e importante carga violenta que no la hace apetecible para todo el mundo, y también cierto trasfondo dramático en las figuras de una madre y una novia que han perdido a su “chico” y comienzan a temerse lo peor.  

Una película que, considerando los sangrientos vericuetos entre los que se mueve, parte de una buena idea y aporta algo de frescura y notables interpretaciones. Después, en cuanto a ejecución y conclusión, poco que decir. Si sois de este tipo de películas, lo más probable es que os guste. Es de las que recorren sendas ya exploradas, pero siempre efectivas. 

Ahora que lo pienso, esto de las pelis con bailes de fin de curso de por medio siempre termina igual, ¿sabéis? Incluso con esta opción C, Lola se convertirá en la Reina de la Fiesta.