Stoker (2013)

Justo antes del verano llegaba “Stoker” a nuestra cartelera. Un filme del coreano Chan-wook Park con el sello de, entre otros, Ridley Scott en la producción. Una historia algo truculenta sobre intrigas y secretos familiares que es la que hoy proyectamos en el Desván. 

Todo arranca con el fallecimiento de Richard Stoker en un misterioso accidente de automóvil. Así conocemos a su hija, India (Mia Wasikowska) y pronto intuimos que entre ambos existía uno de esos vínculos íntimos y especiales. Más próximos a la amistad que a la propia relación padre-hija. Observamos sus dificultades para sobrellevar la repentina muerte de su padre. Y conocemos también a su madre Evelyn (Nicole Kidman) y la tirantez que va surgiendo entre ambas. Especialmente con la aparición del tío Charles, hermano del fallecido, que resuelve instalarse en la casa familiar hasta que la situación se normalice. 

Y precisamente en torno a la figura de Charles Stoker (Matthew Goode) aparece toda la intriga y el suspense que nos propone la cinta. Porque cuando un hombre con sonrisa perfecta y modales exquisitos aparece prácticamente de la nada en tu casa, pues la cosa al principio está muy bien. Pero después chirría, y no tardaremos en intuir segundas intenciones en Charles, aunque no podamos identificarlas del todo. 

Chan-wook Park opta por una ambientación con ciertos tintes góticos y por un compás lento y firme. En ningún momento se ve alterado, y es que quizás una historia como la que aquí tenemos pida precisamente esa parsimonia. La calma de una trama que nos conduce de secreto en secreto, del pasado al presente. Sin necesitar apenas acción y más dinamismo para mantenernos pegados a la pantalla. 

Lo mejor esta vez me lo he encontrado en el reparto. No está en su mejor papel, pero hay actores que son prácticamente una apuesta segura y Kidman forma parte de ese elenco. Aquí explota una faceta curiosa, pues su personaje exige una combinación entre dramatismo, misterio y seducción. Me ha encantado Mia Wasikowska en su rol protagonista y nada sencillo, quizás porque también me gustó el personaje de India: un tanto oscuro, irónico, mordaz y enigmático hasta el final. Matthew Goode tampoco se queda atrás personificando esas apariencias en contraste con su faceta oculta. 

A la película, sin embargo, le falta un punto de cohesión y de coherencia. Hay al menos un par de escenas que, a mi juicio, sobran totalmente y no aportan nada de sustento a esta historia. Además, pese a esa tendencia a velar y ocultar, su desarrollo no deja de resultar un tanto predecible. 

Una película bañada en secretos familiares que se queda en lo correcto. Bastante cuidada, goza de un reparto que la enriquece. Me quedo, eso sí, con la impresión subjetiva de que quizás, enfocada de otro modo en algún punto concreto, podría haber dado bastante más de sí.