La Noche de Halloween (1978)

Hoy no voy a ser nada original, no vamos a engañarnos. Es Halloween, noche más que propicia para empaparnos de historias de terror. Y es jueves, toca cine en el Desván. Así que la película de terror hoy estaba más cantada que nunca. Los filmes ambientados en esta mágica noche son incontables. Yo me he querido ir a uno de mis favoritos, con esos aires clásicos tan particulares que deja el paso de las décadas. Aprovechando, además, para hacer hueco en este Desván a otro de esos grandes nombres escritos con mayúsculas si hablamos de cine de terror.

“La noche de Halloween” es una de las primeras películas del neoyorquino John Carpenter. Una de esas películas que, a buen seguro, muchos habréis visto en alguna reposición en noches como ésta. Es perfecta para ello: una historia de terror ambientada en Illinois durante la noche de Halloween de 1978. Hay un montón de recursos para construir una historia así: brujas, vampiros, muertos que se levantan de sus tumbas, fantasmas... El elenco sobrenatural de posibles criaturas se multiplica en noches así. Pero Carpenter se va a algo mucho más humano: un asesino en serie.

La película es muy Carpenter desde el principio y, ya en la primera escena, nos revela el recurso en el que va a apoyarse para transmitirnos la tensión necesaria: la cámara subjetiva. Una primera escena en la que observamos esa típica casa americana desde el punto de vista de quien parece ser un merodeador. Estamos quince años antes de que arranque la acción principal, en 1963. Es Halloween. Tenemos a la pareja de muchachos de turno más que dispuesta a darse el lote, y nuestro merodeador se cuela en la casa. Entra en la cocina, se hace con un cuchillo, y comienza a subir por las escaleras. Michael Myers, de seis años de edad, está a punto de matar a su hermana ante nuestros propios ojos.

Así arranca este filme, en un tenso prólogo que nos catapultará directamente al día de Halloween de 1978. Michael, internado hasta entonces durante quince años en un psiquiátrico, acaba de darse a la fuga. El Dr. Loomis, su psiquiatra, viaja hasta su pueblo natal convencido de que regresará y volverá a matar. Y mientras, Haddonfield, el pueblo en cuestión, se prepara para Halloween. Otro de los elementos más notables de la película es que recrea de forma fenomenal toda esa atmósfera configurada por canciones infantiles, disfraces, calabazas, una casa encantada, bailes para los adolescentes, y niños pegados a una televisión que no deja de escupir películas de terror y ciencia ficción.

Tenemos tensión, sobre todo en “primera persona” y también con múltiples escenas en las que nuestro psicokiller se hace notar en un segundo plano, hallando en la oscuridad su refugio y en el juego de luces y sombras que propone aquí Carpenter, su hábitat. Y tenemos un ritmo que va in crescendo. Como curiosidad, y abordando un reparto de lo más convencional, (es serie B, no hay que olvidarlo) nos toparemos con una jovencísima Jamie Lee Curtis en su primera aparición en la gran pantalla.

Mención especial merece la Banda Sonora, compuesta por el propio Carpenter y que acompasa a la perfección el suspense de esta historia. Si aún no tenéis peli para Halloween y os apetece un clásico sin pretensiones de peliculón, esta visión de John Carpenter puede hacer vuestras delicias. Y, de paso, es una ocasión perfecta para apreciar un legado aprovechado en multitud de filmes posteriores.