Dies irae (César Pérez Gellida)

Hoy llega a este pequeño rincón la segunda parte de una trilogía. Los que me visitáis a menudo sabéis que no es algo demasiado común, y que últimamente suelo huir bastante de las series literarias. Salvo excepciones contadas, y esta es una de ellas. Confieso que comencé a leer “Memento Mori” sin saber que era la primera de tres novelas. Pero también reconozco que, si hago balance de todo lo que he leído en cuanto a novela negra este 2013, es de las historias con las que más he disfrutado. Ahora, César Pérez Gellida vuelve con “Dies Irae”, la continuación de aquella trama, y además ha tenido el detallazo de hacérmelo llegar con la dedicatoria que veréis al final.

¿Qué nos depara esta historia? Tenemos, a grandes rasgos, tres líneas argumentales que se van alternando constantemente durante estas páginas. Una de ellas, en pasado y a modo de flashbacks, nos traslada desde Nueva York en 1998 hasta Berlín en 2000, y nos pone en la piel de Armando Lopategui (Carapocha) Este hilo nos guía a través de las conversaciones que va manteniendo con Augusto Ledesma, previas a los acontecimientos ya narrados en “Memento Mori”. Pronto veremos que es un recurso muy interesante, porque nos aproxima  a una faceta íntima de Augusto, a los precedentes y las motivaciones que le impulsan, en parte, a llevar a cabo “su obra”.

Después, tendríamos dos tramas en presente, paralelas y que van solapándose capítulo tras capítulo. Por un lado, Augusto Ledesma se ha trasladado a la ciudad italiana de Trieste y hasta allí viajará en su búsqueda nuestro inspector, Ramiro Sancho. Con la ayuda de una homóloga local, Gracia Galo, concentrará todos sus esfuerzos en dar caza a Augusto. Mientras, por otro lado, Carapocha y su hija Erika se sitúan en Belgrado para resolver un pasado que también iremos conociendo en pequeñas dosis. Dos tramas, estas, concebidas para una convergencia más que inevitable, casi necesaria.

Si tuviese que condensar en pocas palabras esta reseña, lo tendría muy claro. Os diría que “Dies Irae” está a la altura de su predecesora. Es más: os diría que, si disfrutasteis con “Memento Mori”, necesitáis leerla. Porque cumple totalmente lo que esperamos encontrarnos en una segunda parte: explicaciones, aclaraciones, porqués, y a la vez novedades. Un equilibrio no siempre presente que César, para mí, alcanza. Es cierto que esta “Dies Irae” tiene un componente de ambientación histórica y trasfondo social, en torno a la reciente Guerra de los Balcanes, que ni siquiera intuíamos en “Memento Mori”. Y es cierto que afecta ligeramente al ritmo en algún tramo, pero también tiene otro efecto: da consistencia a algunos de los personajes, porque nos asienta en sus respectivos pasados. Y en ellos, radican sus miedos, sus secretos, y sus razones. Diría que esta “segunda entrega” hace de nuestros protagonistas, e incluso de algunos secundarios, personajes más pulidos y más redondos. O, al menos, que César nos da esa ventana a la que asomarnos para apreciar mejor su evolución.

Lo que sí se mantiene son los guiños literarios y musicales: uno de los elementos que, para mí, es ya una auténtica seña de identidad de esta trama y de este autor. Nos llegan, como siempre, de la mano de Augusto, y nos llevan en lo literario a través de Bukowski, Dostoievski o Knut Hamsun y su “Hambre”. En el plano musical, nos toparemos de nuevo con Bumbury, de nuevo con Muse, de nuevo con Rammstein, Vetusta Morla, Love of Lesbian, Placebo o Depeche Mode, entre otros. Una serie de canciones cuya aparición no es baladí y que no sólo acompasan perfectamente la acción, sino que están plagadas de detalles a los que estar atentos. Porque, como ya decía cuando os hablaba de “Memento Mori”, el estilo de César, directo y muy depurado, la convierte en un thriller trepidante que prácticamente nos bebemos. Pero creo que la propia historia pide también esa calma particular que requiere la atención a los pequeños detalles.

Y para finalizar, un buen punto fuerte, que precisamente encontramos en el final. De los que me gustan. De esos un tanto inesperados, que buscan la sorpresa y nos pegan un vuelco a la trama, replanteándonos algunas de las piezas del puzle. Concluyo desmintiendo aquello de que las segundas partes nunca fueron buenas. “Dies Irae” lo es, mucho, y si habéis leído “Memento Mori” y os preguntáis qué les depara el destino a nuestros protagonistas, dudo que os defraude.

Y podríamos alargar esta reseña y hablar de personajes como Erika y Gracia, que adquieren importancia y dan frescura a la historia. O del arduo proceso de documentación que es fácil intuir, especialmente detrás de todos esos destellos históricos. O podría ponerme a destriparos parte de la trama y contaros cosas. Pero entonces, tendría que llamar a Augusto.

Mil gracias a César, que además tuvo la gentileza de enviarme su ejemplar dedicado como veis. Todo un lujo y un detalle de los que no se olvidan.