The Possession (2012)

Allá por principios de los 70, un William Friedkin en auge se encontró con la película de su vida. Adaptó la novela de William Peter Blatty, y “El Exorcista” vio la luz en 1973 para convertirse en una de las mejores películas de terror que se han hecho nunca. Y como tal, marcó y dejó su remanente en el cine posterior. La película que hoy comparto con vosotros en este Desván es uno de los últimos ejemplos de esa influencia. 

Dirigida por un casi desconocido Ole Bornedal, “The Possession” es la historia de Clyde (Jeffrey Dean Morgan) y Stephanie (Kyra Sedgwick), una pareja en trámites de separación que comparten la custodia de sus dos hijas: Emily y Hannah. Durante uno de los fines de semana que las chicas pasan con su padre, Emily descubre en un modesto mercado una antigua caja con unas enigmáticas inscripciones. Atraída por su misterio, se la llevará a su casa. Desde ese momento, Emily cambia radicalmente su comportamiento. Se vuelve solitaria y se obsesiona con la caja. Clyde y Stephanie lo achacan a su divorcio, pero cuando Emily comienza a mostrarse agresiva, empezarán a preocuparse. Y a preguntarse qué es lo que esconde esa caja que tanto fascina a su hija.

Hay que decir a favor de Ole Bornedal que, sin duda, demuestra saber cómo plantear un thriller en la gran pantalla. Sus películas anteriores, aunque no demasiado sonadas, se han movido siempre entre el drama y la intriga, y su madurez en el género queda patente en “The Possession”.

Recurre a un ritmo adecuado, no muy precipitado ni excesivamente pausado, justo el que la propia historia requiere. Cumple su cometido: nos permite apreciar la evolución paulatina de Emily, su férreo ensimismamiento al principio y su destrucción progresiva. Focaliza en ella la trama. Le otorga un rol más protagonista en cada nueva escena. Y también sabe ubicar, digamos, las escenas más impactantes. Vamos, que Bornedal conoce la fórmula para mantenernos dentro de la película, pegados a la pantalla. 

Tras lo positivo, llegan los puntos negros. Es inevitable reseñar que la capacidad innovadora de este filme es completamente nula. “The Possession” nos puede parecer repetitiva no por sí misma, sino porque no nos plantea nada nuevo. Se antoja casi como una compilación de argumentos y recursos escénicos que los fans del terror ya hemos visto en películas anteriores de esta misma temática. La originalidad, en definitiva, brilla por su ausencia y, en este tipo de películas, la ausencia de sorpresas, o de los más simples giros argumentales, es algo que suele restarle bastante enteros al filme. 

“The Possession” puede llegar a transmitirnos ese desasosiego tan particular que rezuma cualquier historia de demonios y posesiones. Creo que cumple su función y puede haceros, si sois impresionables, pasar un mal rato. Pero no deja de ser una película más de exorcismos y posesiones diabólicas.  Una película para una de esas noches en vela, con refresco y palomitas. Pero, desde luego, no para gastarse ocho euros y pico en verla en una sala de cine.