No te daré mi vida, por más que insistas.
Nunca intentaré aprender a volar. He descubierto que el
universo es lejano e impenetrable, y que en realidad no podemos mover la luna y
las estrellas a nuestro antojo.
No me pidas que te diga que estaremos siempre juntos, porque
soy de letras. Nunca he sabido predecir, ni tengo una bola mágica que me
muestre el futuro.
No me hagas prometer que nunca voy a fallarte, porque errar
una y otra vez es de humanos.
No me ruegues que te convierta en prosa, porque no controlo
mis palabras. Simplemente surgen, desordenadas e incoherentes, ante un papel en
blanco.
No conseguirás que mire al horizonte pensando en ti. Me he
dado cuenta de que el presente es lo único que puedo controlar, y hace tiempo
que decidí vivir al día.
No sueñes conmigo como un personaje de novela, porque sus
destinos siempre están escritos. Yo soy feliz en la incerteza de abrir los ojos
cada tarde.
No me pidas que te diga cada día que te amo. Ahora creo que
las palabras se desgastan con el uso. Hasta que pierden masa, flotan, y se las
lleva el viento. Y, para esas dos, nunca he encontrado sinónimos.
Tendrás que conformarte con saber otras cosas.
Por ejemplo, que siempre guardaré como un tesoro la primera
imagen que tuve de ti. Tú y yo, dos cervezas. Tus ojos que, más que ojos,
parecían reflejos de las copas. Cuando voy a dormir, aún puedo verlos con
nitidez, como una fotografía.
O, por ejemplo, que ahora mismo no te cambiaría por nada.
Que me perdería cada tarde contigo. Tú y yo, un café. Viajaría entre las sendas
de esas conversaciones durante horas. Y eso siendo, como siempre he sido, tan
mal conversador.
O que, cuando te acercas, aún me pongo nervioso. Aunque ni
lo intuyas. Aunque haya aprendido a manejar el tono de mi voz para que suene
siempre firme y segura. Aunque con mis cuantiosos tics consiga frenar el
temblor de mis manos. Si me rozas, consciente o distraídamente, tengo que
tragar saliva. Y algo en mi estómago tarda unos segundos en re-equilibrarse.
Y, ¿sabes? Tienes una sonrisa contagiosa, casi terapéutica.
De esas que cambian mi humor, que transmiten. Cuando estiras tus labios, yo
tiendo a pensar que aún quedan placeres que merecen la pena. Por eso me encanta
nuestro juego. Esa extraña partida en la que tú juegas a enfurruñarte y yo
juego a robarte una sonrisa. Y en la que, al final, siempre gano.
Y también te diré, por último, que disfruto de los pequeños
placeres. Porque como canta Chaouen, no hay mejor sabor que el de tu piel por
la mañana. Y como canta Chaouen, no hay mejor balcón que el del encaje de tu
falda.
Tendrás que conformarte con algunas confesiones. Intuyo que
hay muchas otras. Siempre hay cosas que no caben en un par de servilletas de
papel.
Toda una confesión de intenciones Rober.
ResponderEliminarCuando veo este tipo de cosas... no puedo hacer más que sonreir y alegrarme por los dos involucrados.
Besos
¿Véis cómo al final no era para tanto? :P
EliminarVenga, puestos a confesar, también tengo que confesar que, a veces, estos trozos de alma vienen un poco del pasado. Aunque no por eso tienen menos parte de mí. Éste viene de uno de esos hallazgos, siempre misteriosos, en los bolsillos de un pantalón de invierno. El frío siempre trae sorpresas.
Un besín, y gracias por el retwitt ;)
Decía David Trueba en saber perder que las historias de servilletas de bar muchas veces eran las mejores. Y que no hay que dejar de escribirlas.
EliminarTal vez te lo decía a tí, Rober.
Besos
Me aplicaré el cuento. Con comentarios así da gusto irse a dormir, jo ;)
EliminarEstas servilletas de papel han dado para mucho, diría yo. Qué bonito Rober, encima lo etiquetas como trozos de alma. Aunque me resisto a pensar que las palabras se desgastan con el uso. En la dirección privada debe haber una sonrisa pintada.
ResponderEliminarUn besito
Vaya que si han dado, Marilú. Los "Trozos de Alma" llevan un tiempo ya en el Desván. Decidí un día agrupar así los relatos que tienen un poco más de mí, para diferenciarlos del resto.
EliminarLas palabras, cuando se transmiten por vía oral, suelen volar con el viento. Por eso a veces escribo. En el papel, es más difícil que se borren.
Un besín y gracias :)
Trozos de alma que resisten casi un año en una servilleta de papel en un bolsillo... Eso si es eternidad. Precioso, Rober. Yo también creo que las palabras se desgastan con el uso, pero no sé si es verdad o es una excusa de tímida patológica para no tener que verbalizar algunas cosas. Una maravilla, de verdad.
ResponderEliminarBesos
Es lo que tiene ser un desastre, Dorothy. Escribes cosas, te olvidas de ellas y con el tiempo, aparecen. Si me pusiese a revisar mi montón de cuadernos, me encontraría con más trozos, seguro. Aunque nunca me había pasado en un bolsillo hasta ahora. Sí que tiene un poquito de eterno, así visto :)
EliminarUn besín, y muchas gracias
No sé si es que he estado muy ausente, pero me ha descolocado esta entrada...De todos modos, me ha parecido muy bonita, y el por qué de la misma poco o nada importa.
ResponderEliminarUn bico Rober!
Gracias MAV.
EliminarEstas entradas, un poco atípicas, se cuelan de vez en cuando en el Desván. No son habituales, como digo, pero también son parte de este rincón. Me alegra que te haya gustado.
Un biquiño.
Es tan bonito lo que has escrito que creo que deberías publicar estas cosas más a menudo. Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias, Pilar.
EliminarLas musas vienen y van, y tampoco es cuestión de desnudarse totalmente en estos mundos virtuales. Pero estas pildorillas siempre estarán por aquí.
¡Un beso!
Me ha encantado Rober. Qué bonito. Tanto vivirlo como recordarlo. Así resulta muy fácil "conformarse".
ResponderEliminarUn besín.
Muchas gracias, Aran, me alegra que te haya gustado.
EliminarTenéis sólo la visión de servidor. Os falta la otra, que se queda más en lo personal. Las cosas a veces no son tan fáciles, ni tan difíciles, como parecen.
Un besín, y gracias de nuevo :)
Deberías revisar todos tus bolsillos por si quedan más trozos de tu alma con forma de servilleta.
ResponderEliminarMe encanta como escribes.
Un besazo.
Creo que tienes razón, Alex. Bolsillos, cajones, viejos cuadernos... A veces nos dejamos recuerdos en los lugares más comunes, y emergen cuando menos nos lo esperamos. Trozos así los tenemos todos, son parte nuestra y deberíamos guardarlos como oro en paño.
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y leerme :)
¡Un besazo!
No sé por quien siento más envidia, si por ti o por la persona destinataria. ¿se puede ser más sincero?
ResponderEliminarBesos
Lupa
Sinceridad y fidelidad son dos pilares básicos, casi intocables.
EliminarUn besazo, Lupa :)
Qué bonito, poco más puedo añadir, me he quedado pensativa :D
ResponderEliminarGracias, Hikari. Algo bien habré hecho si he conseguido esa reflexión del lector posterior :)
Eliminar¡Un besín!
En resúmen, que estás enamorado hasta las trancas... Besos
ResponderEliminarAna
Supongo que podría no ser un mal resumen, Ana :) ¡Besos!
EliminarEsta entrada es preciosa, se nota que te ha salido de dentro, que es lo que realmente sientes. Sólo me queda desearte surte y mandarte un beso :)
ResponderEliminarMe quedo el beso, Mar :P Gracias por esos buenos deseos :)
EliminarUn beso
No me imaginé que escribieras así, me gusta.
ResponderEliminarEspero ver más entradas de este tipo ^^
Un beso!
Soy un poco caja de sorpresas a veces, Lesincele :P
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un besín