Atrapados en Chernóbil (2012)

“Atrapados en Chernóbil” (“Chernobyl Diaries”) es el primer proyecto de Brad Parker como director. Fui a verla sin demasiadas expectativas, atraído por su ambientación. Proponía una historia de terror, bastante típica, que tiene lugar en la ciudad de Pripyat: esa población, mayoritariamente ocupada en su día por los trabajadores de la Central Nuclear de Chernóbil. Tras la explosión del año 86 y el desastre por todos conocido, fue abandonada de la noche a la mañana. En la red podéis encontrar infinidad de vídeos e imágenes que retratan a la perfección un lugar en el que el tiempo, y la vida, se detuvieron en un instante. 

El filme nos narra la historia de un grupo de jóvenes que están realizando un tour a través de Europa. Improvisando, deciden modificar su ruta y realizar una excursión bastante atípica: se adentran en Pripyat junto con Uri, un guía que se ofrece a mostrarles la ciudad fantasma. Tras la visita, la furgoneta en la que viajan se queda averiada y tendrán que pasar la noche en Pripyat, completamente expuestos. No tardarán en descubrir que el lugar no está tan abandonado como todo el mundo cree.

No me equivocaba demasiado en mi premisa, y la ambientación es sin duda lo mejor de esta película. El aire de abandono de Prypiat parece correctamente plasmado durante los primeros minutos del filme, sin grandes alardes. Sin embargo, casi parece un espejismo. A medida que el argumento avanza, el que es el punto fuerte de esta historia se ve trasladado a un segundo plano. Parker intenta que prevalezca la historia, la acción, pero nos brinda una trama que podríamos situar en cualquier escenario posible. Destruye, así, lo poco que esta película podría tener de original, o al menos de novedoso.

Y, cuando nos damos cuenta de que querríamos dar varios pasos atrás y alejarnos sigilosamente, ya es tarde. Nos hemos sumergido en una historia de terror típica, con tintes casi adolescentes. Con escenas que buscan una tensión que pocas veces logran. Con sustos tantas veces experimentados que han perdido su razón de ser. Y con esos diálogos arquetípicos, absurdos por momentos, que caracterizan estas historias de terror fáciles.

Tampoco el elenco de actores y de personajes nos deparará grandes sorpresas. Nuestros protagonistas son planos y ajustados a los más férreos clichés. Y por tanto, las interpretaciones de Jesse McCartney y compañía no tienen ningún aliciente.

A no ser que os interese Pripyat y todo el tema de Chernóbil y tengáis curiosidad por ver una historia de terror más ambientada en este escenario tan particular, no se me ocurren demasiados motivos que justifiquen su visionado.