Frankenweenie (1984)

Víctor Frankenstein (Barret Oliver) realiza cortos con su perro Sparky, hasta que éste es atropellado accidentalmente. Víctor, afectado por su muerte, tiene de pronto una idea tras una clase de Ciencias: aplicar electricidad al cuerpo de su difunto perro, intentando devolverle a la vida. Y lo conseguirá, aunque entonces sus padres y sus vecinos se mostrarán aterrados ante tan extraña resurrección.

“Frankenweenie” es uno de esos caramelos que casi derriten en nuestra boca, dejando un sabor agradable. Este corto, de poco más de 20 minutos de duración, vio la luz en 1984 de la mano de Tim Burton  y Walt Disney Pictures. Una asociación que resultó un tanto problemática, pues Disney consideró en su día que el filme de Burton no era el más adecuado para el público más joven. Algo que no ha impedido que en 2012 se repita la misma asociación en el remake, animado y en “stop motion”, de “Frankenweenie”. Curioso cuanto menos.

Rodada en blanco y negro, la “Frankenweenie” clásica no dejaba de ser una suerte de parodia de la gran novela de Mary Shelley. Un filme bañado en tintes de comedia que nos retrata la férrea resolución de un niño para recuperar lo que más quiere. Y también ese desconcierto contagioso que siempre provoca lo que es demasiado  extraño como para entrar en esos terrenos de lo que llamamos lógico.

Burton consigue plasmar parte de la misma ternura e incomprensión, a partes iguales, que ya se ocultaba en la novela de Shelley. Ahora que la nueva “Frankenweenie” ya está en nuestros cines, me parece el mejor momento para proponeros uno de esos viajes al pasado que tanto me gustan. Esta vez, además, el trayecto es corto.