La casa de hojas (Mark Z. Danielewski)

“Poco sirven de consuelo

a quienes lloran

los pensamientos que no paran de errar

igual que las paredes no paran de cambiar

y este gran mundo azul nuestro

parece una casa de hojas

momentos antes del viento”

La historia que encierra “La casa de hojas”, de Mark Z. Danielewski, podría haber sido simplemente la de los Navidson. La de Will Navidson, un fotoperiodista galardonado con el prestigioso premio Pulitzer. Un hombre que, tras su éxito profesional, intenta enmendar lo que parece ser un fracaso sentimental. Para ello, se traslada a una nueva casa junto a Karen Green, su pareja, y sus hijos Chad y Daisy. Un lugar apacible y tranquilo en el que sentar las bases de una nueva vida. Puro sueño americano. El lugar elegido es Ash Tree Lane, en el entorno rural de Virginia. Pero pronto comprenderemos que es una casa extraña, que en ella comienzan a ocurrir cosas difícilmente explicables. Y que, desde luego, está muy lejos de proporcionarles la calma que buscan.

Así planteada, como digo, podríamos estar ante la historia de cualquier casa maldita que se precie. Pero no es así. No es el camino por el que Danielewski pretende guiarnos. El eje de toda la trama es el llamado Expediente Navidson, una supuesta serie de grabaciones que el propio Will, quizá por pura deformación profesional, comienza a realizar cuando su familia pisa la nueva casa. Pero no tenemos esas imágenes. Lo que tenemos es una serie de legajos que nos describen y analizan tan particular documental, escena tras escena. Unos manuscritos que, tras la muerte de su autor, Zampanò, terminan en manos de Johnny Truant.

Y es Truant quien nos lega, casi a modo de editor, todo el material que el excéntrico anciano Zampanò ha ido recopilando en torno a ese Expediente Navidson. Un extenso análisis lleno de referencias bibliográficas que Truant complementa. Y completa, de paso, con su propia historia a modo de notas a pie de página. Unas notas que puebla de delirantes y afiebradas experiencias que nos hacen, poco a poco, perfilar a nuestro Truant en una trama paralela. Veremos cómo evoluciona, nos asomaremos a su pasado y seremos testigos de su obsesión, creciente y enfermiza, por la historia de los Navidson.

Danielewski consigue atrapar al lector en una experiencia lectora genuina, realmente atípica. Y lo hace combinando registros con maestría. De un estilo conciso, directo y muy visual nos lleva a un registro más técnico, académico, quizá incluso un tanto arduo. O al uso potente, violento, y más vulgar del lenguaje, o al más íntimo e incluso bello. Una versatilidad que se combina con una edición y maquetación formidables de cara a sumergirnos en la historia. Tenemos páginas perdidas y casi en blanco, diversas fuentes y tipos de letras, varios colores, diferentes orientaciones, textos casi crípticos, e incluso alguna imagen.

Condensándolo en una frase, diría que “La casa de hojas” es una novela diferente, completa, que os dará campo para la reflexión y que admite múltiples interpretaciones. Cine, física, arquitectura, fotografía, mitología, literatura, filosofía, humor  y, sobre todo, mucha psicología, son los ingredientes que aquí convergen. En una “casa de hojas” que sobrecoge al igual que enternece. En la que este Danielewski nos angustia pero también nos deja una pátina de sátira e ironía entre idiomas, juegos de palabras y falsas alusiones bibliográficas.

Terror o romántica son sólo etiquetas comerciales, un modo de categorizar una novela para enfocarla mejor al público. En ocasiones, es útil. Pero este es un ejemplo perfecto de que, muchas veces, es un arma de doble filo. Olvidad las etiquetas para este debut en la narrativa de Danielewski. Porque creo que, quienes esperen encontrarse una gran novela de terror, saldrán defraudados. Y quienes esperen toparse con una monumental historia de amor al uso, se escandalizarán.

Y sin embargo, tenemos una gran historia. Una de las más extrañas y genuinamente planteadas que he leído en mucho tiempo. Absorbente aún distando de ser un thriller. Por esa historia, por lo que sugiere y por todas las perspectivas que arroja, sólo me queda recomendaros descubrir a Danielewski. Adentrarse en su casa de hojas es más que una simple historia. Es, como decía, una experiencia lectora con muy pocos precedentes.