En la hierba alta (Stephen King y Joe Hill)

Hoy vuelvo con un autor, como casi todos sabréis, más que fetiche. Seguramente del que más obras me he echado a la espalda y, sin duda, el que ha conseguido evadirme casi siempre, decenas de veces, con sus historias. Mejores o peores, pero si algo tiene Stephen King es que siempre ha conseguido atraparme. Lanzarme a sus ficciones y sumergirme en su universo, sin apenas preocuparme de si el ritmo es algo pausado en algún tramo, o si hay mucha paja, o si sus descripciones son demasiado detalladas y extensas.

Y hoy viene acompañado. No es mi primera lectura de King a cuatro manos, también caí con aquella “Casa Negra” junto a Peter Straub. Pero quien le acompaña esta vez es Joe Hill, su propio hijo, a quien conocí con “El traje del muerto” y sus relatos en “Fantasmas”. Curiosamente, cuando leí a Hill me dio la impresión de estar leyendo, pese a compartir género, algo un tanto distinto a lo que King suele proponer en sus novelas. Un terror diferente. Y un estilo que, aunque se adivinan influencias, también me resultó un tanto diferente.

Así que la curiosidad por verlos detrás de la misma historia podéis imaginar que me pudo. Desconocía la existencia de este relato hasta que Atalanta lo traía a su blog y apuntaba que tenía un aire a aquellos “Chicos del maíz”. Muy certeramente además, porque la idea de la que parte “En la hierba alta” es bastante similar.

A saber: estamos ante un relato corto, que no supera las cincuenta páginas y que nos presenta a los hermanos DeMuth, que siempre han mantenido una relación muy especial. A Becky, que se ha quedado embarazada a los diecinueve, y a Cal, que como buen hermano se presta a ayudarla en todo lo posible. Pues bien, durante un viaje en automóvil, en una carretera secundaria, ambos escuchan la inconfundible voz de un niño pidiendo socorro. Así que Cal decide detener el Mazda que conduce en un pequeño poblado al margen de la carretera: Una iglesia, una decrépita bolera, y un inmenso campo de hierba al otro lado del asfalto. Precisamente de ese campo, de la alta hierba, procede la llamada de auxilio. Y hasta allí se encaminan ambos, sin sospechar lo que les aguarda.

La narración, directa y haciendo bastante hincapié en la descripción, se mueve entre las perspectivas de los dos protagonistas que van tomando alternativamente el relevo en el protagonismo. Un relato que consigue una angustia y un desasosiego particulares durante los primeros compases y que también juega con lo psicológico, lo atávico y cierta dosis de violencia.

Una historia a la que llegué por ese reclamo de toparme a padre e hijo tras una misma trama, y que terminé disfrutando y casi viviendo. Por mi parte, evitaré adentrarme en un campo de hierba durante un tiempo.