Alien Abduction: Incident in Lake County (1998)

La cosa, como cada jueves, va de cine y nos toca retrotraernos hasta el año 1998. Y encontrarnos así con una película bastante desconocida, que de no ser porque David Orell me recomendó en twitter, quizás nunca habría llegado a ver. Con un título ya de por sí revelador, “Alien Abduction: Incident in Lake County”, abordamos un subgénero bastante recurrente en este Desván. Sí, amigos, ha vuelto el cansino del terror en forma de falso documental, casi a modo de grabación casera esta vez.

Y así, afilando nuestra vena cotilla, conocemos a los McPherson, una familia que se reúne para cenar en Acción de Gracias, como tantas familias americanas. Uno de los hijos, cámara en mano, se dispone poco menos que a filmar todo el evento. Y así se nos va retratando esta familia, con sus sombras.  Con una madre con problemas de alcoholismo y algunos miembros que no pueden ni verse.

Y justo cuando comenzamos a asentarnos en la calidez de esta celebración familiar, resulta que se va la luz. Los tres hijos salen al exterior de la vivienda para comprobar el estado del sistema eléctrico. Pero lo que se encontrarán es una escena insólita: la visión de lo que parece una nave extraterrestre, y varios de sus ocupantes que salen al exterior. Descubiertos, los jóvenes regresan apresuradamente a la casa. Allí, como es de esperar, ninguno de sus familiares cree en lo que los tres narran.

Y aquí comenzamos a vislumbrar uno de los grandes aciertos del filme. La evolución de los personajes parte desde esa incredulidad y escepticismo inicial y, en líneas generales, creo que está bien conseguida. A medida que nuestros protagonistas son testigos de primera mano de los extraños sucesos que comenzarán a darse en la casa, surgen la intranquilidad, la tensión, y la sugestión, que terminan desembocando en una suerte histerismo general. Las fricciones y las rencillas entre los miembros más conflictivos de la familia se acentuarán en este estado de nerviosismo casi paranoico.

También tenemos un elemento típico que siempre nos sensibiliza especialmente cuando nos lo asocian con el terror: los niños. En este caso, una niña que el propio planteamiento de la película se encargará de destacarnos. Como espectadores no podremos quitarle los ojos de encima, especialmente cuando su comportamiento comienza a ser poco menos que inquietante.

Hoy comparto con vosotros casi una bizarrez, curiosa al menos. Una película que, a medida que avanza, va ganando en intensidad. Planteada a través de ese formato de grabación casi amateur, llegó a hacer creer a algún espectador despistado que estábamos ante una filmación real.  En los propios créditos está la respuesta, pero es lo de menos. Si os llama el tema o este “terror en primera persona”, tenéis entretenimiento (y frikismo) asegurado.