La mujer a mil grados (Hallgrimur Helgason)

Hay personajes notables que merecen ser conocidos. Existencias extraordinarias que bien valen ser comprimidas en unos cientos de páginas. Por motivos y méritos diversos y de lo más variopintos. La sensación con que he deslizado la última página de “La mujer a 1000 grados”, del islandés Hallgrimur Helgason, es precisamente esa. La de haber sido testigo de un hilo vital único en infinidad de sentidos.

A través de algo más de 600 páginas acompañamos a nuestra protagonista, Herra. Una mujer que encara los últimos tramos de su vida. Y lo hace con un objetivo entre ceja y ceja, atisbando sólo la meta de la muerte como algo cierto y voluntario. Herra vive en un desvencijado garaje de Reykjavik, postrada en su cama debido a un enfisema pulmonar que la devora. Con un ordenador, internet, y una diligente asistenta como únicas ventanas a través de las que atisba el exterior.

Enseguida conocemos cómo es Herra, Helgason sólo necesita las primeras decenas de páginas para delinearnos su carácter. Una anciana irónica que roza muchas veces lo cáustico, envuelta en una burbuja inquebrantable de humor ácido.  Mordaz, liberal, instintiva y feminista, Herra ha resuelto que es el momento para poner fin a su vida. No sin antes echar la vista atrás y hacernos partícipes de su historia.

Habría que concederle a este Hallgrimur Helgason algo así como la medalla al mérito del desdramatismo, si algo así existiese. Porque es imposible no sonreír con Herra en algún momento, en alguna de sus constantes punzadas de ese humor sardónico. O no rozar la carcajada con alguna de las situaciones en las que se ve envuelta (la llamada pidiendo cita para su propia incineración es totalmente antológica)

No obstante, estamos ante uno de esos fondos sólidos y dramáticos, difícilmente solubles. Y cuanto más nos adentramos en el pasado de Herra, narrado por ella misma casi a modo de desordenado diario personal, más nos impregnamos de la crudeza con que ha tenido que convivir. Desde su soledad infantil, desplazada y marginada durante la ocupación danesa de Islandia. Pasando por una Segunda Guerra Mundial que, a su modo, la deja huérfana. La historia de Herra está llena de dolor, inclemencias, los más horrendos vejámenes. Y también de pérdida de los seres a quienes ha querido.   

Hallgrimur Helgason teje aquí una novela plagada de crítica social, que encauza hacia temas como la Historia, sociedad y política islandesas, el aislamiento que generan las nuevas tecnologías, la religión, y algunos de los grandes eventos del S. XX. Una novela a la que sólo reprocho un par de cosas: su ritmo, algo irregular y que me ha hecho la lectura algo más pesada en algún momento. Y su extensión, porque más de 600 páginas de un drama como el de Herra se hacen cuesta arriba para cualquier mortal.