Criadas y señoras (2011)

Cuando veo alguna nueva adaptación cinematográfica de una novela, y me llama la atención, casi siempre me obligo a leer primero la novela. Supongo que, en el fondo, sigo siendo un poco niño y me gusta montarme yo mismo la película e ir ensamblando las escenas en mi cabeza mientras voy leyendo. También influye que normalmente los libros narran, entre líneas, cosas que la pantalla no siempre plasma, y que a veces se obvian en los guiones. En cualquier caso, la película que hoy comparto con vosotros es una de las pocas excepciones que he hecho a esta regla. 

“Criadas y señoras”, dirigida por Tate Taylor siguiendo la novela homónima de Kathryn Stockett, nos traslada a  Mississippi hacia los años 60. Los personajes principales van desfilando ante nosotros casi sin que nos demos cuenta, y no tardamos en percatarnos de que todo se concentra en torno a Skeeter, una joven periodista que alberga el anhelo de convertirse, algún día, en escritora. Para conseguirlo, de pronto tiene una idea: pretende plasmar en un libro la visión que tienen las criadas de sus señoras, es decir, esas mujeres negras que pasaban su vida al servicio de alguna de las familias pudientes de la época. Este enfoque innovador encanta a su editora, así que Skeeter se dispone a comenzar su labor. No será sencillo: pese al anonimato, apenas hay criadas que quieran arriesgarse a hablar con ella. ¿Logrará Skeeter cambiar las cosas?

Además de a Skeeter, tenemos a más mujeres que nos acompañarán en esta historia. Aibileen y Minny  como criadas y Hilly, Elizabeth, Charlotte, Jolene y Celia Foote, entre otras, como señoras. Esta última, Celia, es una especie de pija integral con más bien poquitas luces que da bastante juego a la historia, y se desmarca en cierto modo del resto de “señoras”, personajes que pronto se nos antojarán muy perfilados y algo planos. Está interpretada por Jessica Chastain, quien me encantó en “El Árbol de la Vida” y me sorprendió con esta interpretación de un personaje ya no diferente, sino radicalmente opuesto, me atrevería a decir. Viola Davis y Octavia Spencer están magníficas caracterizando a las criadas, tanto en los momentos más dramáticos como en los más divertidos. 

El filme no tiene un hilo argumental demasiado sólido y diferenciado. Quizás la historia de la propia Skeeter sea lo más parecido. Se trata, más bien, de una serie de historias que comienzan a confluir en esta mujer, y de este modo se presentan al espectador. Todas tienen un denominador común: son testimonios dramáticos de unas mujeres a las que la vida les ha golpeado con contundencia. Y pese a ello, soportan con estoicismo las mofas y las continuas discriminaciones por parte de sus señoras, se mantienen fuertes en su silencio y su forzada discreción. 

Entre esta pátina dramática, hay lugar para el humor en pequeñas pero efectivas y numerosas dosis, lo que convierte a “Criadas y señoras” en una película de marcados contrastes, que conseguirá conmovernos y estremecernos para irnos robando, entre medias, más de una sonrisa.

Racismo y prejuicios. Sumisión y miedo. Lágrimas y sufrimiento. Pero también carcajadas, fortaleza y ese mensaje final que la película nos deja casi flotando y que nunca falla: esperanza. Elementos que conforman este homenaje a tantas mujeres que dieron, como nadie, su vida por otras personas. Nunca fueron valoradas en su justa medida y la vida prefirió darles la espalda. Pero siempre optaron por seguir y luchar.