Luces Rojas (2012)

“Luces Rojas” es la última película de Rodrigo Cortés. Casi recién estrenada, busca prorrogar el éxito que el gallego cosechó con la claustrofóbica “Buried”, y que también tiene su merecidísimo hueco en este desván. Son, sin embargo, dos filmes muy distintos, como veremos.

“Luces Rojas” comienza con dos personajes predominantes, y ya atrayentes de por sí. Se trata de los doctores Tom Buckley (Cillian Murphy) y Margaret Matheson (Sigourney Weaver), una pareja de investigadores dedicados a desenmascarar fraudes en presuntos casos paranormales. Por otro lado, entrará en escena Simon Silver (Robert de Niro), un presunto dotado tremendamente popular, capaz de despertar furor con sus magníficas habilidades. El choque es, pues, desde el principio, tan previsible como inevitable, y nos guiará a través de toda la trama. 

He de reconocer que, desde que supe de ella, tenía bastantes ganas de ver esta película. Y eso pese a que los repartos millonarios y las críticas positivas casi unánimes suelen echarme atrás cada vez más. “Luces Rojas” tenía las dos cosas y un gran marketing tras de sí. Así que mi sensación era una especie de mezcla entre la desconfianza que me provocaba todo esto, y la incertidumbre de saber qué sería aquello de lo que todo el mundo hablaba bastante bien.

Y aquello resultó ser un thriller bastante notable, con bastante ritmo y un argumento logrado y no demasiado explotado en otras producciones. La eterna lucha entre la ciencia más escéptica y los investigadores menos ortodoxos es la idea que salpica toda la historia y nos llevará de la mano de principio a fin. Hay mucho ilusionismo y mucho aparataje científico, pero también dudas. Esa parece ser la premisa, el particular juego que nos propone esta película: dudar de todo en todo momento.

No soy muy de destacar actores, suelo centrarme más en otros aspectos cuando veo una película, pero creo que este es uno de los casos en que la interpretación enriquece la historia. Leía en alguna entrevista esta semana que Rodrigo Cortés había construido el personaje de Margaret poco menos que a medida para Sigourney Weaver. Viéndola en “Luces Rojas”, es fácil comprender a lo que el director se refiere. Parece que es ella misma, que ni siquiera está actuando. Murphy y de Niro también cumplen con creces.

El final, por último, es de los buenos. Le otorga no solo un giro inesperado, sino una nueva dimensión a toda la trama. Y, al espectador, algo en lo que pensar.

Una buena película en definitiva. Entretenida, sin excelencias, pero de las que merece la pena ver. Si además lográis ignorar las buenas críticas y el reparto millonario en lo posible, la disfrutaréis aún más.