El lejano país de los estanques (Lorenzo Silva)

“El lejano país de los estanques” es la primera de las novelas de la serie protagonizada por Bevilacqua y Chamorro. Me sumerjo en ella para acercarme a Lorenzo Silva. Algo que, teniendo en cuenta mis preferencias literarias, es casi un crimen que no haya hecho hasta ahora.

Tenemos, ya a las primeras de cambio, un asesinato un tanto escabroso. Viajaremos a Mallorca para descubrir que Eva Heydrich, una joven austríaca, es hallada asesinada en su piso. Un caso que le será encomendado al investigador Bevilacqua y a su ayudante, Chamorro. Ambos se trasladarán a la isla para investigar sobre el terreno. Obligados prácticamente a mimetizarse con ese entorno para no levantar sospechas, asistiremos a los progresos en esa investigación.

Una investigación que, por sí misma, lo cierto es que resulta bastante típica. Nuestros dos investigadores se toparán con varios sospechosos, comenzarán las primeras pesquisas, habrá sorpresas y algún que otro giro en los acontecimientos. Y nos topamos con el primero de los grandes aciertos del autor, a la hora de ambientar esa investigación. Lorenzo recrea con solidez sus escenarios, con todos sus contrastes. Una masificada playa nudista, una urbanización privilegiada, o algunos de los locales de moda. Unos más rancios y sórdidos, otros aparentemente más exclusivos. Lorenzo se maneja perfectamente a la hora de perfilarnos esos marcos para la particular aventura de nuestros dos protagonistas.

Sin duda en ellos, en Bevilacqua y Chamorro, reside en gran parte el alma de esta historia. Su evolución está realmente bien plasmada. Partimos de una aparente frialdad inicial, del lógico respeto de Chamorro hacia su superior Bevilacqua que vemos irse quebrando poco a poco. Se disuelven esas capas de los formalismos y la timidez inicial, y ambos se nos revelan mucho más espontáneos y naturales. Una Chamorro discreta, reservada y en apariencia algo inexperta, pero que va creciendo y cuyo punzante carácter vemos aflorar a medida que pasan las páginas. Y un Bevilacqua también mordaz, muy planificador y algo impulsivo.

Desmarcándose del thriller más al uso, Lorenzo imprime aquí un ritmo más calmo que prácticamente se mantiene durante toda la narración. Una narración que combina varios registros sin desentonar en absoluto, que nos deja constantemente píldoras de un humor irónico, y en la que Lorenzo deja incluso campo a la crítica social.

Una novela negra en la que curiosamente he disfrutado más con los personajes, con esos dos protagonistas, que con la esfera más negra o más policial de la trama. Os invito hoy a conocer a este par de dos, carismáticos cada uno a su manera. Sin duda repetiré con Lorenzo, y sin duda repetiré con Bevilacqua y con Chamorro.