El curioso caso de Benjamin Button (F. Scott Fitzgerald)

El viaje entre páginas de este martes va a llevarnos a una historia más que conocida, y a un autor que es todo un clásico. Fue allá por 1922 cuando veía la luz este relato, una obra de F. Scott Fitzgerald que se publicaba por primera vez en la revista Collier. Sin embargo, no vamos a engañarnos: la asociación de Benjamin Button con Brad Pitt será inmediata para muchos, y a buen seguro mayoritaria.

La trama, como digo, es archiconocida. Nuestro protagonista es Benjamin Button, que tiene una particularidad capital: su ciclo de la vida está invertido. Benjamin nace siendo un anciano y asistimos a su paulatino rejuvenecimiento. A priori, algo que hoy en día querríamos todos. Despertarnos y sentirnos más jóvenes, distinguir menos arrugas en nuestro rostro en el espejo. Pero, si nos paramos a pensar, la cosa también tiene sus desventajas.

Y eso lo plasma Fitzgerald perfectamente en el personaje de Benjamin, cuya vida presenta los altibajos pertinentes. Su tan extraordinaria condición será en esencia una especie de lastre que arrastrará durante toda su existencia, quebrando casi todas sus aspiraciones. Casi vivimos su  infernal infancia junto a un padre que intenta disimular su excepcionalidad, o el fracaso en su intento de ingreso en la Universidad de Yale. Son el primer par de decepciones que la relación con la señorita Hildegarde, su primer amor, parece mitigar. Pero la misma particularidad que la atrae hacia él será la que vaya distanciando a ambos, con el tiempo.

No debe pasarse por alto que detrás de la historia de Benjamin Button parece existir cierto trasfondo de condena social que Fitzgerald sitúa tras cada evento en la vida de nuestro Benjamin. Detrás de cada oportunidad que se le ve negada y de cada contrariedad se oculta un puñado de férreos prejuicios. Algo que ya atisbamos en los primeros compases de un relato que arranca con las reacciones del personal del hospital en que un anciano Button acaba de nacer.

Ya sabéis de mi debilidad casi innata por los relatos, en los que el género no me importa tanto como en las novelas. “El curioso caso de Benjamin Button” deja cierta melancolía como remanente en el lector. Sólo un puñado de páginas que nos duran un suspiro, porque Fitzgerald se mueve en un estilo muy directo y una sobriedad tan solo rota por alguna descripción evocadora.  Pero nunca llega a alejarse de la historia que quiere contarnos: la de un protagonista extraño y fantástico por naturaleza que ha de enfrentarse a una vida que, da la impresión, nunca termina de aceptarle del todo.