"La casa de los espíritus" (Isabel Allende)

Cuando uno tiene a tantos autores pendientes, infinitas veces recomendados, supongo que es lógico que a veces suceda lo que a mí me ha ocurrido con Isabel Allende: Que te inicies con la que es quizás su obra más aclamada y, cuando cierres el libro, lo hagas casi susurrándole a su portada aquello de: ¿Se puede saber dónde has estado tú todo este tiempo?

“La casa de los espíritus” nos narra la historia de la familia Trueba, desde comienzos del S.XX hasta la década de los 70. Una trama que nos permite viajar a través de tres generaciones de esta familia, que nos aproximará sin saberlo a los radicales cambios que van transformando el Chile de la época.

Pero, puestos a empezar por el principio, no puedo pasar por alto un prólogo de la mano de Zoe Valdés, acertadísimo al menos en mi edición. Nos predispone ante la historia que nos aguarda, y ya nos invita a ese ejercicio de comenzar leyendo entre líneas.

La historia arranca con la muerte por envenenamiento de Rosa, una de las hijas de Severo y Nívea del Valle. Su pretendiente, Esteban Trueba, no puede evitar sentirse culpable al haber permanecido lejos de Rosa. Y Clara, la hermana de Rosa que goza de extraños poderes mentales, no puede ignorar los remordimientos tras haber osado predecir su muerte. Son dos culpables a quienes el destino, siempre caprichoso, se empeñará en unir.

Aunque en esta historia confluyen multitud de personajes, ya en este primer pasaje nos encontramos con los dos que sin duda resultan fundamentales en la historia. Por un lado Esteban Trueba, que no tarda en mostrársenos como un patrón autoritario, que abusa brutalmente de su servidumbre. Casi es imposible no odiarle, al menos durante los primeros tramos de la novela. Y por otro lado, tenemos a Clara, cuyas misteriosas facultades la convierten en una mujer introvertida y bastante distanciada de la realidad. No deja de ser curioso que se articule esta historia, que tiene mucho de humano, en torno a Clara. Un personaje que, de entrada y por su perpetua abstracción, me ha parecido el menos humano de todos.

A medida que surgen nuevos eslabones en la peculiar cadena de los Trueba, vemos evidenciado otro de los aspectos relevantes en esta trama: las profundas diferencias ideológicas que existen en la propia familia. Lo vemos con el nacimiento de Blanca y el traslado de la familia a Las Tres Marías, una propiedad rural que Esteban Trueba ha heredado de su padre. Allí Clara se siente cómoda, parece encontrar su lugar en el mundo y a medida que Allende profundiza en el personaje atisbamos sus convicciones, totalmente irreconciliables con las de Esteban. La aparición de Pedro Tercero, un rebelde con aires de revolucionario que terminará enamorándose de Blanca, sólo acentúa estas divergencias.

Las grandes catástrofes y los bruscos cambios en la sociedad chilena transformarán a los Trueba, empezando por la propia Clara. Lo que se nos ofrece con “La casa de los espíritus” es la posibilidad de ser un espectador de lujo. Combinando lo cotidiano con elementos más irreales, Allende nos guía sin prisas, para que nos detengamos a apreciar estos cambios y sus consecuencias. Cada causa y cada efecto. Recurre al detallismo sin saturar y opta por oportunas dosis de crudeza que permiten al lector no permanecer indiferente ante lo que lee.

Una novela que nos ofrece historias de amores  casi predestinados e inquebrantables. Imposibles y casi siempre caóticos. También, como contraste, nos acerca a la venganza como una marca tatuada durante décadas en la sonoridad de un apellido. Nos habla de ideales y del riesgo de intentar imponerlos. O quizás de nuestra firme reticencia ante la llegada de otros distintos. Pero sobre todo, nos habla de cambio y modernismo. Allende nos concede el prisma de las décadas y de las generaciones para convencernos de que los cambios sí existen. Son continuos y casi inapreciables, pero a la postre resultan decisivos.