“…noches y noches sin
dormir,
siempre tuvimos los
días contados…”
(Despistaos)
¿Siempre que duermes tienes ese aspecto?
Ahora que te observo con calma, me parece que has
rejuvenecido varios años. Sólo la trémula luz artificial de una farola próxima
se atreve a traspasar la ventana para iluminar tu rostro. La leve luz
blanquecina lo convierte en algo cándido, y tus facciones han adquirido el
aspecto de la porcelana.
El silencio me hace comprender lo avanzado de la madrugada,
pero sigo negándome a distinguir los números brillantes del despertador. Eso
sería comenzar a contar las horas, los minutos, los segundos que nos quedan, y
yo siempre fui de letras.
Así que en lugar de ello me quedo observándote, hechizado por
el silencio, por la oscuridad de la noche y por la armonía que es tu
respiración. Deseando que el sol se quede dormido o que, cuando salga, lo haga
con tal fuerza que nos funda y nos una sin remedio.
Y temiendo dormirme como siempre, y no encontrarte a mi lado
al despertar. Odio tener que conformarme siempre sólo con tu olor entre las
sábanas. Y odio el sabor amargo del café mientras pienso en ti como en un sueño
agradable. Estar contigo es aprender a devorar cada instante y no pensar en los
finales, pero es difícil no hacerlo cuando el final se repite tanto que llega a
ser predecible.
Me pierdo en mis pensamientos al tiempo que mis dedos se
pierden entre las líneas de tu rostro, en una caricia inconsciente. Al final,
decido que observarte no puede cambiar nada, me rindo y cierro los ojos. Y el
final tú ya te lo sabes.
Ya tenía ganas de leerte, en tus reflexiones pausadas y tranquilas. Con ese tono serio y cortés.
ResponderEliminarEs un placer.
Besos
¡Me alegra que te guste! :) ¡Besos y gracias!
ResponderEliminarSe nota el amor en estas palabras. Besos
ResponderEliminarAna
Gracias por leer y por pasarte siempre, Ana!
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