"Los hombres que no amaban a las mujeres" (Stieg Larsson)

“Los hombres que no amaban a las mujeres”, del ya fallecido Stieg Larsson, es la primera de las tres novelas que componen la conocidísima saga “Millennium”. Sin duda, una de las series literarias de novela negra que más éxito ha cosechado universalmente en cuanto a ventas en los últimos años.

En esta primera “entrega”, Larsson nos plantea la historia de Mikael Blomkvist: un periodista dedicado a desenmascarar los más diversos fraudes y escándalos en el ámbito económico y político. Tras la publicación de uno de sus artículos, es condenado por difamación a un reputado magnate. Su trabajo, no obstante, le sirve para atraer la atención de Henrik Vanger, un conocido empresario que le encomienda una investigación muy especial sobre su sobrina Harriet, desaparecida misteriosamente hace más de tres décadas. Blomkvist, con la inesperada ayuda de la enigmática investigadora Lisbeth Salander, tendrá que escudriñar hasta en el último rincón del pasado de la familia Vanger para hallar la respuesta al misterio.

Una vez terminada, esta parece una novela que mezcla muchas cosas, y aúna dos historias que casi podrían dar para novelas aparte, pero que se entrelazan fácilmente entre sí. Está, por un lado, la investigación digamos más “económica” de Blomkvist que le llevará a prisión, y por otro lado la historia sobre la desaparición de Harriet Vanger. Larsson articula esta última como el verdadero motor de la historia, mientras que parece recurrir a la primera de ellas sólo para contextualizar la historia. Aún así, tiene también bastante peso en cuanto a número de páginas se refiere.

El ritmo es algo irregular: durante las 300 primeras páginas, Larsson simplemente nos presenta casi a la totalidad de los personajes que tendrán algo que aportar a la historia en las páginas siguientes. Comprobaremos que son bastantes, sobre todo una vez que Mikael llega a Hedestad y comienza a investigar sobre el terreno a la familia Vanger. Lo que ocurre entonces es que el lector se convierte en testigo de la minuciosa investigación documental de Mikael, y también de sus relaciones con los miembros de la familia que habitan en Hedestad. Larsson no se corta y nos cuela, casi sin querer, todo el árbol genealógico de los Vanger. Hasta este punto el ritmo es algo lento, aunque Larsson consigue que la historia no resulte aburrida.

Para mí, la novela tiene un gran punto de inflexión, y es el momento en el que Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist entran en contacto directo. Esto acelera el desarrollo de los acontecimientos, la historia se vuelve mucho más rápida de leer y el ritmo se adapta más a lo que sería la típica novela policiaca o de suspense.

De hecho, hay bastantes puntos de la historia que me hacían recordar constantemente novelas policiacas más clásicas, al más puro estilo Agatha Christie: muchos personajes de los que no sabemos gran cosa, un espacio relativamente cerrado o aislado, las pesquisas de un investigador que le dan al lector las claves, y el lector que se convierte casi en detective y no puede evitar intentar resolver el misterio antes de conocer el final. Según devoraba páginas, no podía evitar extrapolar el pintoresco Hedestad a otros célebres escenarios literarios como la Isla del Negro.

Lo nuevo, lo que quizás aporta aquí Larsson, aparte de un estilo simple, directo y sin remilgos que nos encandila desde el principio, son los dos personajes principales. Mikael y Lisbeth son sublimes desde el punto de vista creativo. Actúan como dos genios que se complementan en sus habilidades, y también en sus formas de ser. Y, sin embargo, son tremendamente diferentes en muchos aspectos. La relación que se genera entre ellos es de esas que parecen sobrepasar los límites de la propia trama, y que promete acompañarnos durante toda la trilogía.

Mikael y Lisbeth, Lisbeth y Mikael, son sin duda la salsa de esta novela. Una historia densa, con bastantes personajes y que roza temas por lo menos complejos, pero que Larsson se permite hacer sencilla a ojos del lector. Recomendable, sin duda.