The man from Earth (2007)

Es bastante sencillo situarse en el punto de partida de la película que este miércoles me he traído al Desván. No es una situación extraña, a priori. Todos la hemos vivido. Imaginemos una reunión entre amigos. Una de esas reuniones que me gustan particularmente poco: una despedida. Y una despedida, además, imprevista. John Oldman es profesor y decide convocar a sus amigos, todos colegas de profesión, pero más amigos que simples colegas. Entre comida, cervezas y algún que otro whisky, pocos se explican la repentina marcha de John. Le tocará explicarse, y veremos que le cuesta, y veremos que su reticencia es bien fundada. Fin de lo cotidiano, fin de esa facilidad para ubicarse.

John comienza a hablar y confiesa algo imposible: es un hombre prehistórico, ha vivido miles de años. Y ha sido testigo de varios de los grandes acontecimientos históricos que han llegado hasta nuestros días. Vamos, que su apellido tiene retranca, y mucha. Y así comenzará a fluir la historia, entre el lógico escepticismo inicial, la posibilidad de que John simplemente se haya construido una historia asombrosa y les esté tomando el pelo, la posibilidad de que haya perdido el juicio, y alguna que otra teoría más. Llegarán las preguntas, llegarán las respuestas. Las dudas se multiplican, pero John permanece firme, sus afirmaciones tienen cierta coherencia. Sus palabras apenas muestran grietas. ¿Puede ser cierto todo lo que afirma?

“The man from Earth” es una de esas películas que injustamente han acabado siendo bastante desconocidas, al menos en nuestro país. Considerada de culto en algunos círculos, viene de la mano del neoyorquino Richard Schenkman y, al parecer, está en parte inspirada en un personaje mitológico perteneciente al folclore transilvano. Un filme independiente, que no destaca especialmente en el aspecto técnico y que, sobre todo, exige cierta predisposición por parte del espectador. “I want to believe”, que dirían aquellos dos. Pues algo así. Más que creer, hay que estar dispuesto a meterse en una ficción así, ambiciosa, disparatada en algún punto y que, sobre todo, da la impresión de retroalimentarse a medida que van pasando los minutos.

Jerome Bixby está tras el guión aquí, un pilar fundamental en el caso de “The man from Earth”. No solo porque la película, en esencia, es prácticamente una larga conversación que se alterna con el soliloquio. Diálogos fluidos, bastante naturales y que van vertebrando cada uno de los temas que se nos plantean. También el propio ejercicio imaginativo en el que se sustenta es ciertamente reseñable. Con algunas pasadas de rosca, cierto, pero esa inmersión en el supuesto, en el personaje, en lo que podría sentir y en lo que podría haber vivido se me ha antojado bastante sólida. Dentro de lo ilógico y lo difícil que se nos podría hacer creernos una historia así en pleno siglo XXI, lo lejana que podría hacérsenos, se atisban detalles que le otorgan cierta meritoria coherencia interna.

Película, esta “The man from Earth”, ciertamente curiosa a la que merece la pena darle un pase si el cuerpo os pide algo original. Lejos de la acción, lejos de los efectos especiales, lejos de los presupuestos millonarios y los repartos de vértigo. Lejos incluso, aparentemente, de la realidad. Una píldora en forma de ciencia ficción tan fabulosa como extraña.