Entre los muros de Crickley Hall (James Herbert)

La novela que hoy me subo al Desván me acompañó en uno de esos momentos extraños, en esa incertidumbre que implican los primeros compases, creo, de cualquier cambio. Y quizá por eso no consiguió llegar a entusiasmarme, no estando en mi momento más receptivo como lector. El caso es que la escogí porque esta historia de James Herbert parecía tener todos los elementos para conquistarme, una de esas apuestas que se antojaban prácticamente seguras.

Y en parte algo de eso hay, porque la historia en sus comienzos es, como poco, prometedora. Tenemos una familia de esas con una enorme grieta, devastada y amputada tras la desaparición de uno de los hijos. En parte para pasar página, para huir de ese acontecimiento, la familia decide mudarse y recala en Crickley Hall. Una casa solitaria, un tanto lúgubre y algo venida a menos que nos abre sus puertas y a cuyos secretos nos vamos asomando poco a poco. Pronto comenzarán a ocurrir cosas no demasiado explicables y un tormentoso pasado irá saliendo a la luz.

Herbert apuesta aquí por el binomio casa encantada – pasado chungo, que parece articular toda la trama y nos acompaña de principio a fin entre páginas. Más que falta de equilibrio, diría que ambas partes de la ecuación cojean un poco. Aunque la novela está bien ambientada y hay un par de escenas bien logradas, es como si a Herbert le faltase bastante mala leche, y acaba decantándose por un terror demasiado sutil, un tanto naïf, algo diluido entre los topicazos de turno en este tipo de historias. A saber: golpes y sonidos de dudosa procedencia, puertas que se abren solas tras haber sido cerradas con llave, perros que se resisten a entrar en la nueva casa, el típico pozo de turno ubicado en el sótano… Todo demasiado visto, demasiado encorsetado.

El otro plano de la trama nos remonta atrás en el tiempo, y en este caso nos traslada a unos acontecimientos acaecidos en Crickley Hall durante la Segunda Guerra Mundial.  Un pasado al que el propio hilo narrativo regresa intermitente y reiteradamente, y que sin ser innovador ni especialmente contundente, se convierte en esencial para entender el resto del argumento. Los personajes, protagonistas más redondos y secundarios más bien planos, tampoco se alejan demasiado de los cánones marcados por historias anteriores con tintes semejantes.

Una novela que conserva el aroma más clásico a historia de casa encantada, con pocas licencias, tramos demasiado dulcificados, y una dimensión histórica que no le sienta mal del todo. Adecuada seguramente para los que quieran aproximarse al género, pero que creo que se quedará algo corta para los más fieles, para los ya afines a este tipo de terror.  

Seguramente esta vez no eres tú y soy más bien yo, tío Herbert. Me gustaría haberme topado contigo en otro momento, en otro lugar, y todas esas cosas que se dicen.

Que si hay que tirar de tópico, se tira.