Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014)

Si hablamos de Mortadelo y Filemón, los más rocambolescos agentes que han ido surgiendo de la mente de Francisco Ibañez desde hace décadas, yo me inclino hacia esa vertiente, la literaria. Es inevitable hacerlo cuando me he criado con ellos casi por herencia familiar. He crecido entre cómics y viñetas ilustrando las aventuras de esta singular pareja. Y quizá por eso, cuando entre los planes para combatir uno de esos domingos grises fue cobrando fuerza esta película, yo me puse en guardia.

Porque sí, como fan de los cómics de Ibañez, también he picado con alguna de las adaptaciones que se han venido haciendo, tanto para la televisión como para la gran pantalla. Películas y series casi todas un tanto mediocres, y que no son del todo fieles a esas historietas originales con las que un servidor no dejaba de sonreírse imaginando escenas y situaciones.

Así que el miedo a otra especie de reinvención con demasiadas libertades estaba ahí, mi escepticismo también. Sin embargo, solo hacen falta unos minutos para darse cuenta de que esta “Mortadelo y Filemón contra Jimmy El Cachondo” es algo diferente, y es algo bueno. Si hay un esfuerzo por trasladar la esencia de Mortadelo y Filemón al S. XXI, con todas las posibilidades tecnológicas, y hacerlo sin quebrantar esas bases ni renegar de ese espíritu original, sin duda Javier Fesser es quien más se ha aproximado con esta película.

Y lo ha hecho valiéndose de una estupenda caracterización de los personajes, partiendo de los propios Mortadelo y Filemón hasta el mismísimo Súper, Ofelia o el Profesor Bacterio. Su comportamiento y sus perfiles se ajustan a lo que Ibañez nos retrataba en sus viñetas, algo que los hace personajes familiares para cualquiera que haya leído tan solo un par de “Mortadelos”. Otros de esos actores, sobre todo los que recaen en el bando antagónico, son ya fruto de mayores licencias, pero nunca llegan a desequilibrar el conjunto ni a cambiar el signo de la historia.

El otro gran detalle que vemos muy bien plasmado es ese humor fácil, absurdo casi siempre, irónico en otras ocasiones, pero siempre anclado a la actualidad y que aquí impregna el guión, soberbio, y salpica todo el filme escena tras escena. Incluso ese pequeño gusano en la parte inferior de la viñeta de Ibañez o aquel personaje que se zampaba un bocata en un segundo plano tendrá cabida aquí para el espectador más atento.

Una parada en un género que hacía ya tiempo que no recogía en el Desván. Y con un filme que creo que contentará a los que, como yo, crecimos con los infinitos disfraces de Mortadelo, los catastróficos inventos del Profesor Bacterio y las secretísimas oficinas de la T.I.A.