La casa en el confín de la Tierra (W.H. Hodgson)

Regresamos hoy al terror en el blog, que al final esto es un Desván y los desvanes, sin sombras, no son desvanes. Y lo hacemos con un autor que me llevé como recomendación en su día del blog de Luis Bermer. Aunque he de confesar que me salté un poco su recomendación en cuanto a obras, pero caerán. ¿La culpa? La culpa la tiene esta casa. Y uno, que es demasiado débil ante la tentación de adentrarse en un viejo caserón decrépito. Hacia allí nos vamos. Hacia “La casa en el confín de la Tierra” de William Hope Hodgson.

W.H. Hodgson nos legó esta novela muy a principios del S. XX. Un Hodgson bastante olvidado en realidad dentro del género, más conocido quizás por haber inspirado a grandes autores como H.P. Lovecraft, que por sus propias obras en sí. Estamos ante una novela corta con una historia y, por así decirlo, una intrahistoria. La historia es mero contexto y actúa un poco como prólogo y a la vez epílogo. Tenemos a dos amigos, Tonnison y nuestro narrador, que se van de pesca a un lugar ubicado al oeste de Irlanda. Allí se topan, en un bosque, con unas extrañas ruinas de lo que parece ser una antigua mansión. Y, entre ellas, hallan un misterioso manuscrito.

La intrahistoria, que es donde encontramos la verdadera miga de esta novela, es la transcripción de ese manuscrito. Un manuscrito que resulta ser el testimonio de un hombre, un habitante de la mansión un día erigida en ese mismo lugar. Nos adentramos en la historia de este hombre, narrada en forma de diario, un recurso que nos aproxima a este protagonista del que ni siquiera necesitamos un nombre. Vamos esbozando detalles. Con el paso de las páginas sabremos que vive en una inmensa y lóbrega mansión, junto a su hermana. También junto a Pepper, su perro. Y veremos que comenzará a ser testigo de una serie de apariciones, cada cual más monstruosa y extraña.

Hay dos aspectos que me han hecho disfrutar especialmente de esta novela. En primer lugar, la fuerza que consigue en el aspecto ambiental es tremenda, y es sencillo atisbar esa influencia de la que beberá la  posterior obra de Lovecraft. Hodgson crea una atmósfera muy densa que nos invita a recorrer este caserón oscuro y solitario, a perdernos entre sus estancias umbrosas y húmedas. Y lo hace con un estilo esencialmente detallista, e incluso  preciosista permitiéndose algún contraste en la ambientación exterior.

Algo que aquí no es sencillo porque, a medida que nos sumergimos en la historia, vamos intuyendo un componente fantástico que va ganando poco a poco terreno. Es muy complicado definir el terror en el que Hodgson se apoya aquí. Pocas veces me había enfrentado a una historia que va virando hacia un terror “cósmico” bien genuino. No sólo tenemos criaturas casi inconcebibles, sino que también nos toparemos con enigmáticos astros, con atípicos planetas e inquietantes lunas… con un concepto incluso del tiempo que se torna muy particular.

Un terror eminentemente psicológico esta vez, que por lo transgresor no recomendaría a todo tipo de lectores. Si os animáis, preparaos para una historia intensa pero pausada, cuyo ritmo se ve bastante sacrificado en pos del don descriptivo de Hodgson. Eso sí, si os gusta el género, os gusta Lovecraft y disfrutáis con las buenas descripciones, esta casa hará todas vuestras delicias.