Vías muertas (Susana Lopez)

"...Argimiro trató de protestar pero fue inútil, el comisario le cortó de inmediato:

- Que no, hombre, que no, que no hay que ser drástico. Hay otras maneras, más amistosas y, sobre todo más discretas. Se va usted a Ribajo y se cita con él. Verá como todo es más fácil. Hablan un rato, le hace las preguntas pertinentes, siempre desde el respeto y las buenas maneras, por supuesto, y ya verá cómo todo se aclara. ¿No creerá que por haber tenido un desliz con una moza de aldea un representante de Dios va a coger una escopeta y cometer un asesinato? ¡Ni que fuera el primer curita que se salta el sexto mandamiento y deja preñada a una aldeana!..."

Hoy subo al Desván con una novela que me ha brindado un viaje con el que he disfrutado. Porque “Vías muertas”, de la vizcaína Susana López, es una novela negra con una ambientación muy concreta. Tenemos a nuestro protagonista, Argimiro Pérez, que tras sobrevivir afortunadamente a un atentado con coche bomba, verá cómo su vida le conduce hacia un desvío insospechado. Su mujer le abandona y nuestro Argimiro decidirá trasladarse desde Bilbao a un pueblo de Segovia, buscando la tranquilidad y huyendo de su pasado.

Pero lo que se encontrará en Ribajo no será precisamente la paz que anhela. Prácticamente recién llegado, nuestro inspector se verá a cargo de un escabroso doble asesinato. Tenemos un elenco de personajes bien variopinto. Daphne y Olvido, las víctimas, cuyos últimos instantes nos llegarán en forma de flashbacks intercalados en la narración. Tenemos a Fuentes, García y Reme, subalternos de Argimiro, cada uno con sus particularidades. O al comisario Gámez y a Anselmo Hoyos, periodista local que comenzará a indagar en el crimen. Y empezaremos a descubrir, guiados por las pesquisas, a un puñado de sospechosos. Pocos personajes y bien perfilados y conseguidos, lo que facilita que no tardemos en meternos en la trama.

Una historia que alberga en la ambientación, quizá, el matiz que busca diferenciarla un tanto dentro del género. Ribajo se nos retrata como uno de esos pueblos bastante tradicionales, presos en una rutina algo anodina que aquí vemos quebrantada por el crimen. Un suceso que no pasa inadvertido y que, paradójicamente, parece revitalizar al pueblo. Los mayores comienzan a recordar leyendas y antiguas historias que quizás no sean tan baladís para nuestros investigadores. Viejos recortes de prensa cobran una nueva dimensión. Los pasados de algunos habitantes comienzan a desempolvarse. Y Ribajo se nos revela como uno de esos poblados repletos de secretos, de viejas historias alimentadas por el boca a oreja, de chismes, trafulleos e influencias casi despóticas.

Allí nos situamos para vivir esta investigación como testigos, desde la narración en tercera persona que nos ofrece Susana. El párrafo que he escogido para abrir esta reseña define en parte  su estilo: directo, con particular inclinación a veces por las oraciones largas. No especialmente minimalista, pero sí muy asequible y muy dinámico. Salpicado por constantes diálogos, potentes, bien distribuidos y muy jugosos. Y coqueteando con el humor, la ironía e incluso la crítica en muchos puntos.

Distribuida en capítulos breves que facilitan la lectura, “Vías muertas” es una de esas novelas que casi casi nos bebemos sin darnos cuenta. Especialmente hacia su tramo final. Si os apetece husmear un poco entre las sombras y los fantasmas de uno de esos pueblos que preservan cierto aire de antaño, os gustará Ribajo. Y os gustará esta novela salpicada de intriga, asesinatos, y personajes bien definidos.  

Mi agradecimiento a Mundopalabras, a Sepha Editorial, y por supuesto a la autora por el envío del ejemplar.