Claroscuros (Liliana Galvanny)

Hoy volvemos al relato en el Desván. E incido, siempre, en lo que me cuesta “convertirlos” en reseña. No por el hecho de leerlos, ya sabéis que es un formato que me pierde, sino por lo complicado que es siempre hallar un enfoque general sin desvelar en exceso alguna de las historias que componen las antologías. La fortuna fue en este caso la que me brindó los “Claroscuros” de Liliana Galvanny, un libro de relatos que sorteó en su propio blog con motivo de su publicación y de su cumpleaños.

Intentar encuadrar “Claroscuros” en un único género es tarea imposible, porque Liliana aquí toca varios. Quizá, si hay algo en común, son sus personajes. Nunca idealizados. Siempre abrumados, desesperados, o al menos sufridores, muchos luchadores. Bien perfilados, y ajustados a la realidad, porque las circunstancias que los catapultan a ser nuestros protagonistas son, casi siempre, muy del día a día.

Hay múltiples temas que han inspirado las historias que Liliana nos ofrece aquí: los hilos del destino, la desesperación, la angustia de un escritor en pleno bloqueo creativo, la búsqueda de la felicidad, los recuerdos, la enfermedad, la tristeza, la soledad, los malos tratos… Al igual que el título de cada relato se antoja casi hecho a medida, “Claroscuros” resume a la perfección la esencia de este conjunto de relatos que tan pronto nos diseccionan la tristeza y la soledad (caso de “Fantasmas”) como nos permiten alzar el rostro y atisbar cierta luz, cierta ilusión, cierta esperanza.

También nos encontramos con historias que plantean revisiones interesantes, y originales. Caso de “El latido del alma”, que nos traslada a un mundo post-apocalíptico motivado por los cultivos alimentarios. Y que, además, nos arroja tres finales distintos, casi a la carta. O caso de “Fundido a negro”, una narración abordada de modo casi cinematográfico. Liliana llega a jugar con un terror intenso, frenético y casi claustrofóbico en “Un laberinto hacia el miedo”.

Pero donde Liliana explota perfectamente su estilo, ágil, muy depurado y muy sencillo de leer, es en sus relatos más intimistas, más femeninos incluso. Quizá en esos cuentos que nos presenta “A flor de piel”. Aquí es capaz de imprimir una sensibilidad muy especial a cada historia, y una fuerza muy personal a cada personaje. Aquí es donde parece que Liliana se vacía y nos lega algo realmente particular. Relatos duros como “Recordar el olvido” o “Silencio se escribe con H”. Otros emotivos y preciosos como “Instantes”, o “La curva de la felicidad”. Y, sobre todo, “Las paredes tienen oídos”, el formidable testimonio de una niña que ha de crecer en una familia desestructurada, en la que sus padres no se soportan. Haciéndose preguntas, sin evitar sentir cierta culpabilidad a veces. Evolucionando. 

En conclusión, tenemos diecisiete historias distintas, trabajadas, cuidadas y ordenadas en tres apartados. Historias que a este lector se le antojan, sobre todo, muy personales. ¿Conocéis esa sensación de estar leyendo e intuir que el autor ha volcado algo de sí en esas líneas? ¿Que es más que una mera página escrita, que hay un poso más allá de la ficción? Pues eso es lo que me ha transmitido aquí Liliana. Y lo que hace que asomarse a sus “Claroscuros” merezca, y mucho, la pena.


Hasta el domingo 22 de diciembre, podréis conseguir un ejemplar en este sorteo de la Editorial Universo. ¡A animarse pues!