The Collector (2009)

Cuando por aquí os hablo de terror (casi siempre, vaya) no siempre os traigo historias que den miedo. Miedos hay muchos, cada uno tenemos los nuestros, y por eso el género tiene un montón de vertientes. No sentimos lo mismo cuando estamos ante una casa poseída por no se sabe muy bien qué, que cuando nos encontramos con un asesino en serie que empieza a matar a diestro y siniestro. ¿Qué da más miedo? Supongo que sólo depende de cada uno. Se puede hacer terror sugiriendo. Pero también mostrando sin tapujos, como en el caso de la película que me traigo hoy al Desván.

“The collector” es la historia de Arkin (Josh Stewart) un empleado que realiza reformas en la lujosa casa de los Chase, una familia adinerada. En los primeros compases del filme conocemos grosso modo su situación personal: divorciado, con una hija y una deuda hacia su ex mujer que ni siquiera es capaz de liquidar con sus trabajos en la casa de los Chase. Es entonces cuando surge la idea. Los Chase, una familia pudiente, y Arkin, que se ha pasado los últimos meses recorriendo su casa y sabe que guardan ciertas joyas de considerable valor. La trama está servida: la familia partirá de vacaciones y Arkin ve en el robo la única oportunidad de saldar su deuda.

Lo que ocurre a continuación dista un poco de las tramas similares que se me vienen ahora mismo a la cabeza. Arkin logra colarse en casa de los Chase pero, una vez allí, descubre que no es la única persona que lo ha hecho: Un personaje vestido totalmente de negro, con una extraña “máscara”, se está dedicando a torturar cruelmente y con alevosía a los Chase. Ha dispuesto por toda la casa una serie de señuelos y trampas, a cual más retorcida y mortal. Nuestro Arkin abandonará entonces sus intenciones delictivas e intentará ayudar a la familia ante la amenaza del psicópata de turno.

En la dirección del filme nos encontramos con un Marcus Dunstan que formó parte del equipo de guionistas en las últimas entregas de la saga Saw. Y al hombre se le nota. Su apuesta, con esas maquiavélicas trampas y escenas sangrientas y bastante explícitas, no es tan diferente. De hecho, se rumorea que esta película, que ya tiene segunda parte, fue concebida para ser precisamente una precuela de la historia de nuestro querido Puzzle.

Lo más flojo de la peli está en la propia trama si esperáis algo original, porque se desmarca en muy pocos sentidos. Y el punto fuerte, sin duda, en el ritmo y sobre todo en la tensión constante que consigue. Es de esas películas que, aún siendo típicas y apostando por una violencia casi desagradable a veces, nos mantiene en vilo. Incómodos, removiéndonos en el sofá, pero pendientes de los destinos de nuestros protagonistas. Le quitaría quince minutos, pero es una buena película para quienes disfrutéis con este tipo de historias, más angustiosas y desasosegantes que puramente terroríficas.

Y también para los que estéis haciendo reformas por casa. Que no os vais a emparanoiar, ni nada…