Pesadillas de Sangre (Daniel Gutiérrez)

Para este martes literario, me he decidido a traerme al Desván un puñado de relatos. Ya sabéis que soy muy débil ante ellos, y cuando vi este libro rondando por Amazon, supe que tenía que acabar en mi e-reader tarde o temprano.

“Pesadillas de sangre”, de Daniel Gutiérrez contiene trece relatos orientados hacia el terror. Y una de las cosas que me han gustado es su variedad. Tenemos un poco de todo: zombis, fantasmas, asesinos y terrores más cotidianos.

Terrores cotidianos que surgen, por ejemplo, en “El Desagüe”, una de las historias que más me han convencido de toda la compilación. Tenemos a Corso y Carla, una feliz pareja dispuesta a estrenar una nueva casa. Ella tiene que partir unos días en un viaje de negocios y él se dedica a explorar los rincones de la casa y tomar nota de las reformas a acometer. Cuando llega al baño, su alianza se escurre por el desagüe y, al tratar de alcanzarla, su brazo queda atrapado. Lejos de su móvil y cualquier posibilidad de pedir ayuda. Un relato intenso y claustrofóbico. Si habéis leído novelas como “La silla” de David Jasso, el terror planteado aquí es similar.

La apuesta zombi de Daniel Gutiérrez también es digna de mención. En “Indómitos” nos narra una de estas historias desde una perspectiva distinta, provocándonos sensaciones muy diferentes a las que los no-muertos nos tienen acostumbrados. Y “Z pet” (el título lo dice todo) trasladará a nuestros zombis a un rol también bastante desacostumbrado. Son dos resquicios de originalidad que se unen a “Posesión”, el relato de una suerte de viaje iniciático desde el punto de vista de un demonio.

Hay mucho más: una autopsia muy “serie B”, protagonistas con dones muy especiales, un aspirante a escritor que ve cómo una historia se escribe sola en su ordenador, llamadas inoportunas, visiones extrañas e inquietantes, y deudas que se prolongan más allá de la muerte. También hay hueco para dos microrrelatos. “En ocasiones”, un simple crucigrama puede dar lugar a uno. Y “El cuadro” da un poco sentido a aquello de “se mira pero no se toca”.

Como digo, aquí os espera alguna historia impregnada de originalidad o, al menos, que se desmarca un poco de la tendencia en el género. También hay otras más típicas, algo irregulares y que se quedan a medio camino en la tensión y la intensidad necesarias. Especialmente cuando se hacen necesarias las escenas más explicitas, no he conseguido del todo meterme en las historias. En cualquier caso, no ha sido este un mal primer acercamiento a Daniel Gutiérrez. Hay destellos prometedores entre estas páginas.