Tucker & Dale vs Evil (2010)

Hoy toca un poquito de cine, que lo de evadirse en compañía de una sonrisa siempre viene bien e los tiempos que corren. Y digo en compañía de una sonrisa porque hoy os propongo una de esas pelis un poco bastardillas, a caballo entre el terror y la comedia. Me la descubría hace no tanto Laura y, sólo con leer lo que nos contaba de ella, supe desde el primer momento que me gustaría.

Tucker and Dale vs Evil (Eli Craij, 2010) tiene la gran pega de que no pudimos verla en nuestros cines. Pega, por aquello de no llegar a toda la gente a la que podría haber llegado este filme. Lo de que no esté en castellano nunca ha sido un gran problema en este Desván, porque muchas veces prefiero las versiones originales. Pero vamos al lío:

Tucker y Dale son dos lugareños, de esos rurales al más puro estilo “hillbilly” americano. Siempre con dos cervezas bien a mano. Los dos amigos deciden ir a disfrutar de sus vacaciones a una cabaña que han alquilado en un lugar apartado de todo y de todos. En su camino, se topan con un grupo de jóvenes universitarios, prestos a disfrutar de una acampada. Dale se siente atraído por una de las muchachas, y nuestros dos campesinos intentarán mostrarse amables con los muchachos. Pero el efecto es totalmente el contrario: la rudeza de nuestros Tucker y Dale atemoriza a los jóvenes.

Todo esto lo dejamos reposar unos minutos. Después, añadimos un par de accidentes bien troceados, un puñado de oportunísimas casualidades, y la sugestión de una sangrienta historia acaecida en el pasado por aquellos lares. Agitamos bien y nos queda un cóctel de lo más divertido: unos jóvenes que piensan que Tucker y Dale son dos psicokillers dispuestos a acabar con ellos. Y Tucker y Dale, que en realidad son dos cachos de pan, y que se verán acosados por la pandilla de jóvenes, a quienes consideran rematadamente idiotas.

Eli Craij parodia muchos de los estereotipos propios de este tipo de películas de terror, pero de corte más adolescente. Desde ese hombre armado con motosierra o recortada, según pinte, hasta esas persecuciones frenéticas, las escenas más sangrientas, esas cabañas decrépitas y siempre tan polvorientas, la madera que cruje a cada paso… Y también, los clichés en forma de personajes. ¿En qué peli de terror que se precie no tenemos a esa rubia explosiva y gritona, y su inconfundible forma de correr?

Una película perfecta para pasar, como decía al principio, una tarde entre sonrisas, palomitas y… bueno, lo de la cerveza, visto lo visto, lo dejo a vuestra elección.