"El letargo del pájaro de fuego" (Laura S.B.)

“El letargo del pájaro de fuego” formaba parte de mi torre de novelas pendientes desde hace ya unos meses. Y también es mi fin del mundo, porque aprovechando el reto de Talamasca me decidí a lanzarme al fin con esta historia y no retrasar más su lectura. Y, además, de vez en cuando necesito mi dosis de una de estas historias.

Fines del mundo en la literatura hemos tenido un puñado, de lo más variopintos. El que nos plantea Laura S.B. viene desencadenado por un misterioso virus. Un virus que golpea el planeta Arkadia, donde nos encontramos con Labam, un funcionario que es despedido de su puesto de trabajo. Todo un problema, pues en la ciudad de Servam esto implica poco menos que una condena al destierro. También conoceremos a Aldrim, una reputada científica que es enviada a Arkadia para intentar determinar cómo combatir el virus que pone en jaque a todo el planeta.

Dividida en capítulos cortos, la primera parte de la novela nos alterna las historias de nuestros dos protagonistas. Todo un acierto, pues las tramas paralelas nos sirven no sólo para toparnos con otros personajes que resultarán determinantes en la historia (como el kaliano Keiz o la huérfana Anet) sino también para presentarnos Arkadia desde las dos perspectivas. La del desesperado Labam, más cruda y más de a pie, y la de Aldrim, que nos comienza a sugerir qué se cuece tras el totalitario gobierno del planeta.

La novela tiene varios puntos a su favor. Me han gustado sus dos protagonistas, cada uno a su manera y con sus propios fantasmas del pasado que absolver. No tienen una enorme profundidad, pero sí están bien trazados en lo que concierne a la historia. Los primeros compases se suceden a un ritmo más pausado, idóneo para asentar los pilares del particular universo, un tanto futurista, que se va tejiendo página a página. Las numerosas descripciones, cuidadas y detalladas, también contribuyen a ello. Como contrapartida, quizás resulten un tanto excesivas a veces, y lastren un poco el ritmo de la narración en algún punto.

Cuando las historias de Aldrim y Labam convergen en una misma línea argumental, el ritmo se acelera y la historia se dispara. Surge la idea de supervivencia y de rebelión, y cobran sentido los tintes distópicos que tiñen la trama desde el principio. Es la parte más trepidante de la historia, que nos precipita hacia un final típico, aunque correcto, de esos que casi siempre encajan.

Una novela con la que he disfrutado. Una trama que aúna ciencia ficción, bastante acción e incluso alguna píldora de romanticismo fácil, pero bien distribuida. De todo ello resulta una mezcla bastante afortunada, porque la novela es de esas de lectura ágil, cuyas páginas pasan ante nosotros sin apenas percatarnos. Y cumple como distopía. Logra al menos esa reflexión, esa comparación inevitable del lector entre la Arkadia de Laura y el mundo en que nos despertamos cada mañana.


Y mi consejo para evitar el fin del mundo, que se me olvidaba: no creáis en las versiones oficiales, dudad y ser críticos. El poder siempre corrompe. Y, por supuesto, ¡cuidadín con los grises!