Hoy comparto con vosotros la última producción de Nick
Murphy: una incursión en el género de terror paranormal, con un título en
castellano de esos que distan mucho del original (“The Awakening” en inglés)
Para situar la acción tenemos que remontarnos a 1921, a un
Londres que sufre visiblemente las secuelas de la Primera Guerra Mundial.
Florence Cathcart es una investigadora escéptica que recibe como encargo
realizar una investigación en el internado de Rookford, un antiguo edificio en
el que varios niños se encuentran atemorizados. Aseguran ver, durante las
noches, la silueta fantasmal de uno de los antiguos alumnos del colegio. Florence
se trasladará a Rookford para intentar hallar qué hay detrás de tal misterio.
Como adivinaréis después de la pequeña sinopsis, la historia
es muy típica, más que explotada en esto de la gran pantalla. Argumentalmente,
para qué engañarnos, el filme no aporta demasiado. El ritmo es más bien lento y
pausado, muy acorde para hacernos entrar, poco a poco, en la atmósfera de
Rookford.
Y en Rookford, en el gran caserón, entre sus pasillos y en
sus arcaicas habitaciones, está para mí lo mejor de esta película. Cada escena
rezuma una melancolía que se acompasa perfectamente al ritmo de la historia y a
lo lúgubre del escenario, bastante cuidado. También es singular la época en la
que se localiza la acción, no demasiado habitual en películas de este estilo.
Los métodos y los instrumentos que Florence utiliza en sus investigaciones son
un verdadero viaje al pasado.
Sin un elenco de actores demasiado sonado, la interpretación
es bastante correcta en general. Rebecca Hall nos trasladada tan pronto la
inquietud y el desconcierto como una dulzura casi infantil. Y utilizo las
palabras inquietud y desconcierto porque precisamente es lo que me ha provocado
la película. Parece pensada para intentar sorprender y angustiar continuamente
al espectador, sin llegar a conseguirlo realmente. No he sentido ese desasosiego
propio que otras producciones del género sin encierran.
Lo que sí nos encontraremos es el paradigma de un buen
final: dispara el ritmo de la historia, voltea completamente el argumento y nos
hace profundizar en los personajes, de los que apenas sabíamos nada. Imposible
no percibir cierto aroma a “Los Otros” o “El Sexto Sentido” en esta guinda.
En resumen, para mí la salva el final. Deja un buen sabor de
boca con lo sorpresivo del viraje de la historia, y así maquilla lo que es un
hecho: a la película le falta bastante para ser recordada por los amantes del
género.
Pues ahí estuve yo el viernes, delante del cine pensando eso de "la veo, no la veo", y al final no me decidí a entrar.
ResponderEliminarPor lo que veo no me perdí ninguna obra maestra... y qué quieres, a veces toca disfrutar de Los vengadores y similar.
Besos
Jajaja, claro que sí. No sólo de terror vive el cine ;)
Eliminar¡Un besote!
Uff! Yo soy un poco cobarde, jajajaja, para meterme tengo que ir acompañada por alguien que me inspire seguridad, aunque parece que tampoco es una maravilla...
ResponderEliminarJajaja, suele pasar. Yo creo que estoy ya un poco inmunizado, llego desde que tengo uso de razón viendo terror, quieras que no te acostumbras. Pero aún así la sensación de ver una película de terror sigue ahí y sigue siendo incomparable a las que generan otro tipo de películas.
EliminarY sí, de terror hay películas mucho mejores que esta. ¡Besines! ;)