In time (2011)

En “In time”, una llamada en un teléfono público cuesta un minuto. Un café, cuatro minutos. Y un viaje en autobús son dos horas. No existe el dinero. Todo lo que uno quiera tiene un precio, pero no se satisface en monedas o billetes: se paga en tiempo. De esta idea parte el filme de Andrew Niccol, estrenado hoy hace casi un año.

Will Salas (Justin Timberlake) es un trabajador que vive junto a su madre en un suburbio. Viven en la pobreza, cada día han de reunir el tiempo que les permita no despertarse muertos a la mañana siguiente. Pero un día, la vida de Will dará un giro de ciento ochenta grados cuando conoce a Henry Hamilton, un hombre que tiene más de un siglo de tiempo en su haber. Este hombre asegura estar harto de vivir, y anima a Will a ver más allá del suburbio en el que vive. En otros lugres existe gente como él, en posesión de siglos de tiempo, gracias a que en lugares como el suburbio un puñado de personas mueren cada día. A la mañana siguiente, Will se encontrará con que Henry le ha legado todo su tiempo y ha decidido consumirse, instándole a que no malgaste ese tiempo. Will se convertirá en una suerte de Robin Hood. Con la inesperada compañía de Sylvia Weis (Amanda Seyfried), hija de un poderoso magnate, comenzará a robar tiempo para distribuirlo entre quienes más lo necesitan. Juntos, harán peligrar los cimientos del sistema.

Lo más atractivo sin duda de esta película no está en su trama, bastante plana, previsible y sin apenas giros argumentales reseñables. No está en su ritmo, que es similar al que nos ofrecen muchas de las cintas que nos llegan desde Hollywood, plagadas de acción frenética y algo exagerada. Tampoco en su reparto. Timberlake nunca me ha convencido y, aunque me haya gustado “In Time”, los motivos están lejos de la interpretación de su papel. Lo mismo podría decir de Amanda Seyfried. Quizás haría la excepción de Cillian Murphy, que sí me ha gustado como guardián del tiempo.

Lo que realmente me ha gustado de “In time”, lo que hace que merezca la pena y os la recomiende, es el mundo en el que nos sumerge. Un mundo que, aunque gira en torno al tiempo, no dista tanto del nuestro, ese en el que el dinero manda. Apreciamos problemas muy similares. Hay fuertes desigualdades, plasmadas en barrios pobres y zonas más selectas, cuyo acceso exige el pago de fuertes sumas de tiempo. Will parte de la miseria y nos guía hasta las esferas más pudientes de la sociedad. Apreciamos una marcada y constante crítica social hacia unos que se han dedicado a acumular riqueza, olvidando el placer de vivir y disfrutarla. Algo muy extrapolable a nuestra realidad. Y por supuesto, no faltan los que velan por que el tiempo sea correctamente administrado. En este caso, unos estrictos guardianes que yo no he podido evitar asimilar a otra figura: la de esos neutros y enigmáticos hombres Grises que tanto atormentaban a Momo en la imprescindible novela de Michael Ende.

En definitiva, una historia entretenida y plagada de acción, no demasiado atípica, pero que consigue algo a lo que no todas llegan: eso de hacernos reflexionar. A través de un mundo ficticio, “In Time” logra hacer que nos planteemos muchas cosas acerca de otro mundo. El consumista, el que respiramos y en el que vivimos. Ese que no es ninguna película y en el que, por tanto, sí deberíamos tener algo que decir.