Jacobo (Juan Diego Botto) es un escultor que regresa, tras dos décadas de ausencia, a su Galicia natal. ¿El motivo?: el preocupante estado de salud de su madre, ingresada en una clínica mental. Allí, en su tierra, descubre que no está solo. Unas pocas personas aún le recuerdan y se prestan a ayudarle en el difícil momento que afronta. Entre ellas aparece María (Marta Etura), una conocida de la infancia a quien conseguirá enamorar.
Tras unos días, Jacobo recibe el encargo de completar la obra de su padre Mateo (Luis Tosar), también escultor, para ser incluida en la catedral de la ciudad. Aunque Jacobo no se siente capaz de conseguirlo, acepta el reto y lo acomete con un talento insólito. Sin embargo, todo parece ir sobrepasándole día tras día. María intentará por todos los medios prevenirle y ayudarle a superar lo que sea que le trastorna.
Pero no será fácil, pues sólo Jacobo sabe lo terrible de lo que le sucede. El trágico pasado de la muerte de su padre parece abrirse paso hacia el presente. Pese a las décadas que han transcurrido, y pese a que Jacobo siempre ha intentado huir de ese pasado.
Aunque ya no recuerde qué le ha impulsado a iniciar esa huída.
Es esta la historia que esconde “Trece Campanadas”, largometraje del gallego Xavier Villaverde que pudimos ver en 2003 en nuestras pantallas. Un trabajo interesante que quizás no haya recibido demasiada atención, pero que alberga algún punto interesante.
“Trece campanadas” es una historia de terror de esas por las que suele apostar el cine español, psicológica, directa y sencilla. Se ha sabido tratar el ritmo de una trama que apenas decae a lo largo de todo el filme. La historia no se extiende en demasía como cada vez suele ser más común, sino que parece estar correctamente medida y encajada en las dos horas de película.
La ambientación es otro de los puntos fuertes, aprovechando en ocasiones la extraña magia de los pueblos recónditos gallegos en curiosa combinación con el encanto de la capital. Un guiño a Santiago y su cultura.
Por último, entre el elenco de actores destaca el papel de Luis Tosar como el padre del protagonista. El lucense, actualmente en boca de muchos por su participación en las recientes “Celda 211” y “Lope”, ya despuntaba en este modesto proyecto interpretando a Mateo, un artista tan genial como perturbado que es la piedra angular de la historia.
En definitiva, una película aceptable, para pasar un buen rato entre palomitas y sobrecogerse un poco. Bastante más aceptable para quienes busquen más una buena historia que una película de calidad.
El giro final, previsible o no, deja un agradable sabor de boca.
Esta película la vi hace ya bastante tiempo, pero la verdad es que me dejó muy buen sabor de boca, sobre todo porque te das cuenta de que se puede hacer una interesante película de terror sin fastuosos efectos especiales de los que abusa el cine americano.
ResponderEliminarLa interpretación de Luis Tosar es soberbia, cada vez que aparece llena la pantalla con su sola presencia.
Yo animo a quien no la haya visto a que la vea y saque sus propias conclusiones.
Un abrazo Rober!!!!!!!!
Otro para tí Ana!! Gracias por pasarte como siempre haces.
ResponderEliminarConcidimos por completo con respecto a Tosar :)
decidme como se llamaba la madre de jacobo la del museo
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