It follows (2014)

Cuando un género se encorseta, toma y repite clichés, la originalidad se convierte en un tesoro de esos que como espectadores nos encontramos casi por casualidad. A veces, como ese fan que pide un bis, revisionamos la película de turno, aunque no siempre es buena idea. Otras, es más mi estilo, corremos a recomendarla como quien ha encontrado sin quererlo una pequeña joyita. En cualquier caso, el terror actual es uno de esos géneros. Siempre tachado de agotado, de repetitivo y de vacuo, cada vez parecen menos los filmes que rompen la línea comercial imperante. David Robert Mitchell nos deja esta aplaudida “It follows” que hoy me subo al Desván y que es sin duda una de esas apuestas.

Y lo más reseñable es cómo lo logra, cómo consigue desmarcarse. Resumiéndolo en una frase, asomarse a “It follows” es echar la vista atrás. Es eliminar prácticamente cualquier aroma a cine actual y volver a aquel terror adolescente de los 70 y los 80. Y hacerlo en todos los sentidos, no estamos ante una simple reinvención. Es cierto que la película no tiene una ambientación clara y definida, que tenemos incluso algún objeto que se antoja anacrónico. Pero prácticamente todo huele a antaño.

La propia trama lo es: sencilla, sutil, apostando por un terror bastante naïf y totalmente desligado de lo violento. Tenemos a esa adolescente, Jay (Maika Monroe), que tras su primera experiencia sexual se verá presa de una auténtica pesadilla cuando comprende que una presencia que solo ella puede ver comienza a acecharla inexorablemente. El filme se centra en ella, que comienza a verse sobrepasada y a encerrarse en sí misma, y también en el círculo de amistades que la rodean e intentarán ayudarla. Tenemos una ambientación casi hechizante que se vuelca hacia lo retro: esos vehículos, esos televisores y esas noches de películas de terror en blanco y negro. Y ojo con la estupenda guinda en forma de banda sonora, con ese inconfundible deje electrónico tan ochentero.

“It follows” es una deliciosa inyección nostálgica que nos aleja de los patrones más actuales del género. Terror de antaño hecho hoy en día, todo un guiño hacia otra época convertido en un filme pausado, inquietante, y que resulta hasta bello en alguno de sus planos largos.