Babadook (2014)

La australiana “Babadook” es una de esas curiosidades que llegará este enero a nuestras carteleras, casi un año después de su estreno. Una película de terror psicológico un tanto inocente que supone el debut de Jennifer Kent tras las cámaras. Lo hace con un presupuesto sencillo, humilde al menos considerando las cifras en las que se mueve el cine actual. Y con cierto protagonismo para el crowdfunding, a través del que se recaudó una parte de ese presupuesto.

Una cinta que nos instala a caballo entre esa fantasía casi infantil y la realidad. Kent parece apostar aquí por una dualidad curiosa: los miedos infantiles, esa vertiente más fantástica, pero también otros miedos más adultos, en un plano pretendidamente realista. Essie Davis es aquí Amelia, una madre solitaria que, tras la muerte de su marido, se vuelca en su hijo Samuel (Noah Wiseman). Sin embargo, es un niño imaginativo, travieso y problemático víctima de lo que parece uno de tantos terrores nocturnos comunes: la aparición de un monstruo que lo atemoriza.

En este contexto, niño pesadilla, madre solitaria y un tanto desquiciada, aparece un libro. Uno de esos tomos infantiles que se cuela entre las lecturas nocturnas a pie de cama y cuenta la historia del Babadook, una criatura inquietante que Samuel no tarda en asociar con sus terrores y sus sueños. Y Amelia, que intenta sacarle la idea de la cabeza, no tardará en descubrir que quizá el Babadook no sea simplemente un producto de la imaginación de su pequeño.

Un filme con interpretaciones no geniales, pero sí ajustadas. Especialmente la de Essie Davis, que casi monopoliza el reparto y que se ve obligada a desenvolverse en dos registros bastante distintos. Está convincente, en cualquier caso, proyectando ese rol de madre trastornada, agobiada, superada por las circunstancias, mostrándonos sus traumas y su particular soledad. Encarna la parte más realista y más posible de esta historia.

Sin un guión revolucionario, de esos bastante encorsetados y con poco lugar a las sorpresas, creo que lo más interesante de la cinta es la labor de Kent tras las cámaras. Resta mucho de ser sobresaliente, no olvidemos que es un debut, pero sí que muestra detalles prometedores en algunas escenas. Aprovechando el escenario, cada sombra de ese caserón oscuro al que nos transporta, para meter al espectador en su historia. Alejándose, en este caso, de la violencia más explícita. Insinuando mucho más que mostrando.

Toda una curiosidad para los que preferimos a veces apostar por un terror no tan violento, más bien sugerente. Hoy sí, os dejo con el tráiler: