El mundo de ayer (Stefan Zweig)

“El mundo de ayer” va constantemente a caballo entre lo autobiográfico y lo histórico. Y es una de esas obras cuya esencia no es posible condensar en una reseña. Un libro para leer con calma, casi para paladear, y sobre todo para reflexionar. Páginas que nos trasladan al Stefan Zweig más íntimo. Al Zweig humanista, al Zweig defensor y admirador de cualquier forma de arte y cultura. A un Zweig siempre por encima de cualquier bando y cualquier ideal político.

Cuando hablamos de Historia tendemos a pensar en datos, en fechas, en nombres propios. En causas y en consecuencias. Lo que Zweig nos propone aquí es un recorrido distinto por la primera mitad del S. XX incluyendo las dos Guerras Mundiales. Lo delicioso, lo que hace que merezca la pena acercarse a esta obra, es un enfoque al que no estamos tan acostumbrados. Porque Zweig nos habla, ante todo, de personas. Nos abre una ventana a la vida de la época mostrándonos la sociedad a través de sus ojos. Y lo hace abarcando múltiples temas como las vanguardias artísticas, la política, la moda, la educación, las costumbres, la moralidad e incluso la sexualidad.

Del mismo modo, Zweig nos va arrojando detalles sobre su propia vida. Conocemos sus primeros pasos en la esfera de lo literario, y con él nos desplazamos a través de los numerosos círculos artísticos que lo van acogiendo. Personalidades como James Joyce, Romain Rolland, Hermann Hesse, Maxim Gorki, Richard Strauss o Sigmund Freud vierten su influencia en el autor y tienen cabida en sus recuerdos entre estas páginas. También acompañaremos a Zweig en sus pródigos viajes, siendo testigos de cómo su concepción del mundo se amplía con cada uno de ellos. Primero a través de Europa: Berlín, Bélgica, París, Londres, e incluso España. Después también hacia tierras rusas y destinos más allá del viejo continente, como la India, Estados Unidos y también Sudamérica.

Todo ello es relevante y de radical importancia para comprender la visión privilegiada que se nos ofrece aquí. La de un Zweig cosmopolita que contrasta con la mentalidad de la época, mayoritariamente sesgada fruto de la incipiente propaganda política. Algo que lo condena prácticamente a la soledad. Quizá esté ahí, en ese punto de vista y en el siempre brillante estilo de Zweig, parte del encanto de esta obra.

Yo tengo que recomendar sin reservas este recorrido histórico de la mano de Stefan Zweig. Una obra que nos hace, ante todo, comprender la evolución de la sociedad en un período tan convulso. Y también reflexionar, porque es inevitable no extrapolarla a nuestros días y plantearnos si, en realidad, las cosas han cambiado tanto. Si no persisten en parte esos mismos problemas, tras distintas fachadas. Recorrido histórico y recorrido personal, empapándonos de las excepcionales reflexiones de Zweig. Lo escoltamos en sus viajes, vemos cómo su éxito literario  surge y va tomando forma, y también intuimos el declive al que fue condenado con la llegada de Hitler al poder.

Lo seguimos, sobre todo, hacia un final descorazonador. Un desenlace en el que podemos apreciar cómo sus concepciones, sus esperanzas, esa fe, van difuminándose. Las vemos seriamente destejidas entre las últimas páginas. Devoradas por ese mismo mundo que Zweig, como nadie, ha sabido retratarnos.