Twin Peaks (1990-1992)

Este desván es más bien pequeño, pero aún así casi siempre encuentro un lugar para ubicar las cosas. Los libros que me han cautivado, los recuerdos que se tornarán polvorientos con el tiempo, las películas que no quiero olvidar…

Hoy traigo una serie emblemática. La última que he terminado de ver pese a que se emitió hace ya más de veinte años. Se trata de “Twin Peaks”, creada por Mark Frost y David Lynch, y emitida entre 1990 y 1991. 

Twin Peaks es un pequeño y pintoresco pueblo como tantos otros, rodeado de bosques. Un único hotel, un instituto, una serrería y algún que otro café. Nada demasiado fuera de lo común. Sin embargo, un extraño suceso atraerá la atención y la presencia de Dale Cooper, agente especial del FBI: Laura Palmer, la chica más popular y querida por casi todos, ha aparecido asesinada. Cooper, con la ayuda del sheriff local Truman, se enfrentará a la compleja tarea de reconstruir las circunstancias que propiciaron el crimen, y averiguar quién es el asesino. Un puzle complejo, con múltiples aristas, que nos envolverá durante los 30 capítulos en que se dividen las dos temporadas de la serie.

A mi juicio, el gran atractivo de "Twin Peaks", como casi todo lo que ha tocado Lynch, está en los personajes que convergen en la historia. Los hay más complejos, como la propia Laura Palmer, de quien se irá desgranando una faceta desconocida crucial en la historia. También los hay más arquetípicos aunque casi omnipresentes, y otros que desempeñan un rol más secundario en la trama. Sea como fuere, Lynch y Frost logran crear una inmensa tela de araña en la que una acción de un personaje repercute siempre en otro, y la cadena parece no tener fin. Cada personaje es un fragmento de la historia y aporta su granito de arena a la misma. Sin la sensual Audrey Horne o la trastornada mujer del leño, Twin Peaks ya no sería Twin Peaks.

El argumento, que arranca como el típico thriller plagado de intriga, se ve salpicado por elementos sobrenaturales a medida que avanza la historia. Quizás demasiado, pues cuando el final se acerca éstos parecen eclipsar la naturaleza primera de toda la trama. Todo adquiere paso a paso la complejidad propia de las creaciones de Lynch.

La ambientación es otro de sus puntos fuertes. ¿Cómo olvidar las cataratas de Snoqualmie, que aparecen al principio de cada episodio? En esta pequeña población de Washington se rodaron también gran parte de las escenas de exteriores de “Twin Peaks”. Capítulo a capítulo nos familiarizamos tanto con escenarios como la pequeña cafetería de Norma o el Gran Hotel del Norte que la historia es difícilmente concebible si la situamos en cualquier otro lugar. Pero también lo hacemos con un pequeño enano de traje rojo o un gigante casi calvo y de rasgos angulosos, y con una habitación completamente cubierta de cortinas rojas: Son los recursos para plasmar la parte más sobrenatural, abstracta, y por supuesto interpretable de la serie. 

Tras su final, Lynch dirigió en 1992 la película “Twin Peaks: Fire Walk with Me”, en la que se narran los últimos días de la vida de Laura Palmer, aclarando algunos puntos del argumento algo difusos en la serie. Tanto la ambientación como el reparto son casi calcados, salvo el personaje de Donna Hayward, la mejor amiga de Laura, que es interpretado en la película por la actriz Moira Kelly, supliendo el papel de Lara Flynn Boyle en la serie. El filme parece tener una intención diferente a la serie, sin ampliar prácticamente el propio argumento original, pero con una mayor intensidad y carga dramática, especialmente en ciertas escenas. 

Por último, no se puede concluir esta pequeña reseña sin hacer mención a otro de los elementos inolvidables de Twin Peaks. Su Banda Sonora, obra de Angelo Badalamenti, se ha convertido en una auténtica seña de identidad de esta serie de culto.