Codicia (Alberto Vázquez-Figueroa)

Alberto Vázquez-Figueroa es uno de esos autores a los que siempre termino recurriendo. Pueden pasar meses o años sin asomarme a alguna de sus historias, pero al final siempre llega el momento en el que caigo con alguna. Porque siempre me ha gustado la temática que abarca en ellas, y sobre todo cómo la plantea. La claridad y la sencillez con que consigue desarrollar asuntos que no siempre son fáciles, apoyándose en sus personajes.

Esta “Codicia” que hoy me subo al Desván está bastante lejos de sus mejores novelas. Sigue esa línea de Vázquez-Figueroa de traernos a colación temas actuales, delicados, y que nos afectan como sociedad. Y de hacerlo sin tapujos. Aunque es cierto que, esta vez, sí que me quedé con ganas de mayor profundidad, de algo un tanto más incisivo.

Bajo el culebronero nombre de Humberto Alejandro Espinosa de Mendoza Spencer-Wallis tenemos a nuestro protagonista. Es un acaudalado aristócrata, culto y ante todo cauto. Quizá sea este último el rasgo que más le define. Humberto es un conservador nato, acostumbrado a su acomodado estilo de vida al que no está dispuesto a renunciar. Y, sin embargo, una visita le impulsará a ello, pese a sus reticencias. Una conversación que le abrirá las puertas a combatir en un mundo, como poco, turbio y oscuro.

Vázquez-Figueroa nos sitúa aquí entre corrupción política, crisis económica, bancos, testaferros, organizaciones criminales. Dinero negro, dinero fantasma y algunos de los entresijos del sistema financiero y de todo lo que hay detrás. Un retrato ciertamente creíble en algunos momentos, más forzado en otros.

El autor se apoya una vez más en los personajes para encauzar su trama. Sobre todo en forma de unos ágiles diálogos, que a veces se antojan auténticos pulsos y actúan como motor de la narración. Sin embargo, quizá el mayor problema que me he encontrado aquí esté también en uno de los personajes, el protagonista principal. Y es que no he conseguido creerme a Humberto. No concibo a ese hombre forrado, sin necesidad alguna, que casi en un gesto altruista abandona su absoluta comodidad y comienza a trabajar para el bien de la sociedad. Un retrato conscientemente utópico de cara a la ficción, posiblemente, pero que a mí me ha chirriado bastante aquí. 

Concluyo hoy casi rescatando el comienzo. Pese  a mantener en parte esa línea siempre comprometida tan propia de Vázquez-Figueroa, creo que esta “Codicia” no está entre sus mejores trabajos. Quizá lo mejor sea el título, que resume perfectamente el tema en que incide esta breve novela. Más allá de conceptos y embrollos económicos, la trama indaga precisamente en eso, en la codicia. La necesidad humana de querer, infinitamente, siempre más y más.