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jueves, 15 de septiembre de 2011

La Cima

Eres extraña. Quizás, en otra época, me habría convencido de que eres especial. Y quizás tras la frase habría asomado una media sonrisa. El caso es que hay tiempos a los que, una vez extinguidos, no podemos volver a acceder. Y el tiempo y algunas heridas me han enseñado a utilizar otros términos. 


Eres extraña. A veces ideas monólogos que casi parecen eternos, y otras te pierdes en los más fondos silencios, esos que casi resultan incómodos. A veces dices ser la última romántica, y otras sostienes que eso del amor solo es cosa de la dopamina y la adrenalina. A veces azúcar y, solo horas después, sacarina.


Si me preguntas, te diré que siempre he sido un conformista y que siempre he huido del riesgo. Sin embargo, en realidad, creo que adoro los riesgos. Tal vez esos pequeños riesgos que parecen infantiles, pero riesgos al fin y al cabo. Si en alguno de tus silencios, de esos momentos de ausencia, elevases súbitamente la mirada, probablemente me descubrieses. Mirarte mientras piensas, callas, saboreas un café o haces cualquier otra cosa cotidiana es uno de esos riesgos, casi absurdos, que seguiría corriendo aunque te percatases decenas de veces de ello.



Imágen:
        

En tanta fluctuación, jamás hallo el término medio. Me empeño en buscar, tal vez, en el escenario equivocado. Todo para hallar algo que no es nuevo, porque el gris, el equilibrio y la mesura son conceptos más bien neutrales y anodinos, de esos que casi siempre van más conmigo. 


Eso te hace extraña. Si no lo fueses, quizás mis casi furtivas miradas no hubiesen empezado a viajar a través de tu perfil a la menor ocasión. No lo niego. Pero muchas veces, demasiadas, echo de menos un punto de apoyo. Un receso en la escalada que me calme, me haga recobrar el aliento y me permita soñar con que no todo será cuesta arriba. 


Cada ascenso fallido ha mermado un poco mis fuerzas. No me culpes si intento buscar una rama sólida. Algo a lo que poder aferrarnos si, de pronto, el viento empieza a soplar con fuerza. 


Nadie dijo que alcanzar la cima fuese fácil.

3 comentarios:

  1. Evidentemente no lo es, pero si no se intenta aunque se sufra nunca sabemos de lo que somos capaces.
    Recibo bien tus actualizaciones. Besos
    Ana

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  2. ¡Oh! El señor Rober que está a mi servicio =D

    Este tipo de entrada son de las que más me gustan de tu blog, a ver si la próxima.

    Te sigo, seguiré leyéndote, espero que tú también, aunque no sé si te gustan todas mis actualizaciones o sólo la de Tino ;)

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  3. ¡El mismo! =) Gracias por la visita y por el comentario, Samantha. A ver si soborno a mi musa o algo y me sale alguna reflexión o algún relato más ;)

    Hasta donde he leído tu blog (que son sobre todo las últimas entradas) me ha gustado en general. Tengo darme una vuelta por lo antiguo con tiempo. O sea, que cualquier día te despiertas y tienes 20 comentarios de golpe del pesao de turno ^^

    Un beso y nos leemos!

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