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domingo, 19 de octubre de 2008

El caso de Rudolf Fenz


A buen seguro, Hubert Rhin, agente neoyorquino perteneciente a la Unidad Específica de Desaparecidos del Estado, se mantuvo desvelado decenas de noches tras aquella peculiar jornada de verano. Corría el año 1950, y aquel día Hubert se topó con algo a lo que sin duda nunca se había enfrentado.


Cuando los viandantes comenzaron a arremolinarse en torno a un punto muy concreto en aquella transitada avenida próxima al Times Square, nada parecía hacer presagiar lo que iba a ser descubierto aquella noche. Los casos de atropello en aquellos tiempos eran relativamente frecuentes en la ciudad, y aquel parecía uno más, aunque, según relataron algunos testigos, el impacto resultó bastante violento.

Rudolf Fenz, un comerciante de 30 años que según las prístinas pesquisas acababa de ver finalizar una obra teatral, murió prácticamente en el acto ante el horror de todos los que se congregaban a su alrededor en el momento del accidente.

Nada escaparía a la lógica de lo habitual hasta este punto, pero cuando se llevaron a cabo las primeras labores de identificación y reconocimiento del cadáver llegaron las primeras sorpresas. Lo primero que llamó la atención de los responsables de estos procesos y de los presentes fue el modo en que aquel hombre estaba ataviado: Sus ropas eras antiguas, propias de la moda de hacía un siglo, pero sin embargo estaban en un estado muy aceptable. Concretamente, la mayoría de las crónicas mencionan que Rudolf Fenz lucía un ancho y extraño sombrero en consonancia con el color de unos pantalones estrechos, una amplia levita de color negro y calzado con hebillas, lo cual restaba de ser muy común en la década de los 50.

Además, al registrar las pertenencias que el fallecido llevaba consigo en el momento del atropello, se hallaron varias tarjetas expedidas a nombre de Rudolf Fenz, monedas y billetes ya retirados de circulación que sin embargo se encontraban en perfecto estado, y una carta dirigida al propio sujeto y fechada en el año 1876.

Las primeras investigaciones en torno a la identidad del individuo giraron entorno a los inmigrantes que, tras la Segunda Guerra Mundial, habían dirigido sus vidas hacia los Estados Unidos procedentes de Centroeuropa, y que compartiesen en el apellido Fenz. Dicha búsqueda inicial resultó completamente improductiva. Al examinar los listines telefónicos de la ciudad, tampoco se halló ninguna coincidencia, pero sin embargo cuando Hubert Rhin consultó la lista correspondiente al año 1939, se topó casi casualmente con la añorada coincidencia: figuraba el número de un tal Rudolf Fenz Junior.

Al tratar de entablar contacto en la dirección que figuraba en aquel documento, la respuesta vino de la propia viuda de Rudolf Fenz Junior, quien informó a la policía de que su marido, un exitoso banquero de la ciudad, ya había muerto hacía algunos años. Y fue la propia mujer la que proporcionó a las autoridades la evidencia que habían estado persiguiendo durante todo el desarrollo de la investigación: Relató cómo su padre había desaparecido de un modo inexplicable una tarde de 1876, cuando simplemente había salido a dar un tranquilo paseo por la ciudad, como acostumbraba a hacer.

Y esa fue la clave. En la lista de desaparecidos del año 1876 aparecía aquel nombre que tantos quebraderos de cabeza había ocasionado, y seguiría causando hasta nuestros días: Rudolf Fenz. 29 Años. En su descripción figuraba el sombrero, el extraño abrigo de otro tiempo, las botas, los estrechos pantalones: las mismas prendas que vestía aquel hombre, fallecido atropellado en 1950.

2 comentarios:

  1. Yuhuuu primer!!

    Como he terminado ya de hacer mis cosillas de la uni me he pasado a leerte ^^ Además ya te dije ayer que eran demostraciones de que yo más muahahaha.


    Me encanta la foto, por cierto ^^

    Besicossss guapitoo

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  2. Wolaaaa... ya te he dicho x msn, pero x si acaso... que en un rato quitarán la luz de todo el barrio para hacer obras (que vaya putada el tener que trabajar en la calle de 12 a 6 de la mañana... que frioooooooooo!!!!) así que esta noche no hablamos :( Pero mañana si eso así, no sé si saldrás o qué xDD Pero seguro que hablamso... al final siempre decimos: igual mañana no nos vemos y no hablamos. Pero todos los dáis acabamos hablando xD Serán cosas del pi? :o

    Me voy a cenar, que sino me veo cenando con una vela o así y no es plan. Mañana te despierto ;) ya sabes, aquí tu duendecilla que sirve para todo: despertador, angel de la guarda, guarda forestal del voske... ^^

    Emmm.. no sé porque pero siempre que nos decimos adiós o "hoy no podremos hablar como teníamso previsto" parece el fin del mundo... Así que no me alargo más.
    Sabes que te quiero mucho aunque no siempre lo diga... a caya, que si lo digo, si ya sabes que yo más :P

    Que chapada ¿no? xD

    Toda la lista x infinito + mucho mucho mucho.

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