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martes, 18 de octubre de 2011

Cumpleaños (1/2)

26 de enero de 2011, 23.00 horas.

Querido diario:

Hoy es mi cumpleaños. Pese a ello, no debería haber sido un día demasiado especial. Creía que a los veinte la ilusión por este día, los regalos, las tartas y demás ya se ha extinguido. O más bien se ha transformado en una especie de miedo a hacerse viejo tan rápido. Sin embargo, hoy sí ha sido un día especial. Casi me ha hecho viajar algunos años atrás en el tiempo. Me he sentido como aquellas tardes en las que toda la familia nos reuníamos y tomábamos el chocolate a la taza que mi madre siempre preparaba. Con la tarta de rigor y la intriga de los regalos que siempre dejábamos para el final. He revivido esa emoción, esa ilusión.


A parte de los mensajes de felicitación de rigor, Marta ha insistido en invitarme a tomar un café a mediodía con la excusa del cumpleaños. Hacía días que no hablábamos y, a decir verdad, tenía ganas de verla. Sobra decir que estaba deslumbrante, como siempre. Lo pasamos genial y nos reímos un buen rato. Nunca me canso de verla reír. Me animó el hecho de que la descubrí mirándome de forma extraña un par de veces. Además, parecía más simpática que de costumbre. No quiero ilusionarme, pero quizás tendría que hacer caso a Isaac y dar un paso más.  De cualquier manera, me ha hecho empezar el día con una sonrisa.

Además, los regalos han sido alucinantes. Vale, ya estoy hablando como un crío, a eso me refería antes. No soy muy materialista, pero es que no todos los días le regalan a uno un A4. Claro que hay más cosas, pero ha sido el “regalo estrella”.  Cuando mi padre me tendió la llave apenas me lo podía creer. El caso es que mañana mismo pienso estrenarlo, me muero de ganas por ponerme al volante. Además, mis amigos me han regalado el vinilo de Bruce Springsteen que faltaba en mi colección. No sé de dónde lo han sacado, porque llevaba años tras él. La verdad es que me han emocionado. Casi nunca me han visto llorar y hoy, con la mayor tontería, han estado a punto de conseguirlo. En fin, me conocen mejor de lo que creía.

Mi hermano ha ido a lo seguro y me ha regalado un libro, mi primo una cartera, y mis tíos y mi abuela dinero, como siempre. Nunca se les ocurre nada original para regalarme, por eso no se complican. Y Marta me ha regalado un reloj de pulsera, en apariencia bastante antiguo. Tiene algo muy curioso: cuenta el tiempo hacia atrás. O sea, ahora mismo las agujas marcan las 22.50. Supongo que tendrá algún fallo en el mecanismo, aunque quizás lo deje como está. Me da no sé qué cambiarlo viniendo de ella.

Me dejo cosas, pero me he cansado de escribir. Sólo quería dejar plasmado este día. Por si algún día, dentro de años, me da por echar la vista atrás y recordar estos momentos.




3:35 P.M.

Querido diario:

Acabo de despertarme hace un rato y enseguida saldré a probar el coche. Después del día de ayer, todo parece haber vuelto ya a la normalidad. Mis padres se han pasado el desayuno discutiendo, como siempre, y no hay rastro de mi hermano, cosa habitual. Me he puesto el reloj  y me he prometido tenerlo unos días, aunque nunca he sido mucho de relojes. Al despertarme, he visto en el móvil una llamada perdida de Marta, aunque ahora no me coge el teléfono. Supongo que no será nada importante. A la vuelta seguiré escribiendo si hay novedad.

1:30 P.M

Ha sido increíble. Tengo la impresión de que podría pasarme toda la vida al volante de un coche así. Pero cuando he llegado a casa  la alegría se ha desvanecido un poco. Mis padres están inquietos e intranquilos. Casi es la hora de comer y, a estas horas, mi hermano ya suele estar en casa. No contesta al teléfono y no ha dado señales de vida. Temen que haya podido pasarle algo. Si no llega en un rato, saldré a buscarle aunque sea solo para que se calmen. Pero creo que se preocupan demasiado.

10:30 A.M.

Me he pasado horas dando vueltas por la ciudad, sin éxito. Comienzo a preocuparme por que a mi hermano pueda haberle ocurrido algo. Con el ajetreo, no he podido ir a trabajar, ni siquiera dar un aviso. Mis padres están nerviosísimos, y no sé qué hacer para que se relajen. Y yo necesito hablar con alguien, pero Marta sigue sin dar señales de vida, e Isaac aún estará en el trabajo. No quiero molestar a nadie. Lo normal es que todo se arregle y la cosa no vaya a mayores.

10:10 A.M.

Este es, literalmente, el email que acabo de leer. Me lo ha enviado Marta muy pronto esta mañana:
“Hola, Javi. Seguramente te extrañará este correo después de haberte visto ayer mismo. Tengo que pedirte perdón, y enseguida verás por qué. Prepárate para una historia extraña. Se trata de mi regalo, ese reloj. Verás, estoy segura de que te has dado cuenta de que va al revés. Las agujas se mueven hacia la izquierda, y no es ningún error, ni ningún truco. Hasta donde yo sé, siempre ha sido así. Y aquí comienza lo extraño. Una mujer me lo regaló ayer mismo, si se le puede llamar un regalo. Más bien me lo arrojó a las manos, mientras me contaba una historia que no me quise creer. Según ella, el reloj es un objeto imposible: mientras permanece en poder de una persona, atrae las más inesperadas desgracias hacia su vida. A medida que el tiempo corre hacia atrás, aumenta la dimensión de esas desgracias. Nadie sabe lo que ocurre cuando llega a medianoche. El único modo de detener el bucle es entregarle el reloj a otra persona. Así, el proceso se “anula” y el mecanismo se “reinicia” de nuevo a medianoche. Como es natural, me tomé todo esto a risa pero, Javi, te juro que empezaron a ocurrir cosas, demasiadas. Por la mañana me llamaron de la oficina para informarme de que no me renovarán y, en quince días, me voy a la calle. Después, mi padre ha resbalado en la ducha y se ha hecho daño, he tenido que salir con él para el ambulatorio. El coche (sabes que sólo tiene un mes de vida) no arrancaba, hemos cogido un taxi. Por si fuera poco, ya en el hospital, mi hermana me llamó alterada porque a mi madre le había dado un fuerte ataque de ansiedad. Fue cuando decidí llamarte, Javi, y regalarte el reloj. Fue lo único que se me ocurrió. Eras la única persona en la que podía confiar, y yo estaba muerta de miedo. No sé si pretendo que me comprendas, pero sí espero que puedas perdonarme. En cualquier caso, Javi, deshazte de ese reloj, dáselo a cualquiera. No permitas que agote tu tiempo.”



No sé qué pensar. Marta no es la típica persona que cree en cosas así. De todas formas, de ser cierto, nunca la habría creído capaz de hacer algo como lo que ha hecho. ¿Cómo podría ahogar su culpa si a mí me ocurriese algo? Siento que mi mente debería estar ocupada en otros asuntos, pero ahora mismo sólo puedo pensar en la decepción que las frases de Marta me han provocado. Y pensar que, ayer mismo, me había hecho ilusiones con ella…

4 comentarios:

  1. Como siempre sobran las palabras, te quedas con ganas de saber que pasa con esa increíble historia del reloj.

    Eso si hay que ser hija ... no debía existir más personas en el mundo pa darle el relojito xDDDD

    ¿Lo de las horas del diario está bien? Yo siempre creí que cuando se usa AM o PM el reloj es sobre doce horas no sobre 24, y aún siendo de 24, de 1 a 12 son AM y de 13 a 00 son PM ¿no?

    De todos modos ¡¡Sorpréndeme con el final!!

    Besines

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  2. Labitacoradelmiedo. El Blog de Ana.19 de octubre de 2011, 17:51

    Que ganas que tenía de volver a leer un relato tuyo Rober, y lo cierto es que la espera ha merecido la pena porque la cosa promete, de momento nos has dejado con la miel en los labios esperando el desenlace de tan magnífico inicio.

    Un beso, Rober!!! No nos hagas muy larga la espera!!!

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  3. Que relato mas inquietante. Quizás debas deshacerte del reloj, pero eso significa que otra persona tendrá mala suerte. Es dificil la elección, pero algo tendrás que hacer...
    Besos
    Ana

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  4. ¡Muchas gracias a las tres! Y gracias por la ayuda horaria, Rebe :P

    En unos días tenéis ya el final. Gracias por leer! ;)

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